¿Adiós a la «Union Jack»?
El referéndum escocés y la demanda de una «dimensión inglesa» tensan las costuras constitucionales británicas
BORJA BERGARECHE
Están descontentos con el status quo, reivindican una «dimensión propia» para su identidad y, cada vez más, quieren su propio parlamento y nada más. ¿Los escoceses? No, los ingleses, según un revelador informe publicado el pasado lunes, dos días antes de la solemne puesta en ... macha de un referéndum de independencia para Escocia. Titulado gráficamente «El perro que finalmente ladró: Inglaterra como una comunidad política emergente» , el estudio constata la frustración de una mayoría de ingleses con el modelo constitucional británico en general, y con el proceso de devolución de poderes al Ulster, Gales y Escocia puesto en marcha por Tony Blair a finales de los 90.
Solo uno de cada cuatro de los 1.500 ingleses encuestados se muestra satisfecho con ser gobernado desde Westminster, y ya hay un 40% que se declara «más inglés que británico» frente a solo un 16% que todavía se reivindica «más británico que inglés». Lo británico está en crisis y queda, según los autores del Institute for Public Policy Research (IPPR) —un respetado «think-tank» de corte progresista—, como un refugio identitario para las minorías étnicas. «Con el tiempo, los elementos que caracterizaban lo británico —el imperio, la iglesia anglicana o las instituciones del Estado del bienestar— se han ido debilitando, con excepción de la monarquía», explica a ABC Guy Lodge, director del IPPR y coordinador del estudio. «Hay una demanda clara de una dimensión inglesa en la política británica, una politización de la identidad inglesa», añade.
Según su estudio, un «nuevo parlamento inglés» es la institución preferida por el 36% de los encuestados para tener «la mayor influencia en los asuntos de Inglaterra», frente al 24% que prefiere el gobierno británico y el 17% que cita unos consejos municipales más fuertes. En noviembre, la mayoría de las grandes ciudades del Reino Unido celebrarán referendos sobre la elección directa de los alcaldes, una dimensión política ausente en un país en el que, con excepción de Londres, los municipios están gobernados por concejos.
La cuestión escocesa o inglesa, la cuestión municipal, o la difusa reforma de la Cámara de los Lores que propone el viceprimer ministro liberal, Nick Clegg, para convertirla en un Senado, son asuntos debatidos sin pasión y de manera aislada por las elites británicas, como si nadie quisiera ver que la suma de factores alterará de manera notable el producto. Una transformación integral de la forma de Estado está en curso y nadie en Gran Bretaña habla de «melón» constitucional . Solo de Escocia.
«Después de la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido pasó de ser un Estado descentralizado a ser uno de los más centralizados de Europa», nos explica Geoff Mawdsley, director de Reform Scotland, un «think-tank» escocés de inspiración liberal que defiende un mejor reparto de poderes en Reino Unido. «Ahora, después de un proceso de devolución asimétrico, debe emerger el debate sobre una nueva constitución para el Reino Unido ». Reform Scotland defiende una profundización en el autogobierno mediante la opción que llaman «devo plus»: transferir al parlamento escocés —que es competente en el 60% del gasto pero solo del 15% de los ingresos— todos los impuestos menos el IVA y la Seguridad Social y las pensiones.
Los sondeos indican que los escoceses, si bien solo apoyan la independencia en un 39-45%, se inclinan en un 58-60% por una autonomía máxima dentro de la Unión («devo max»): transferir todo menos la Defensa, la política exterior y la moneda. La partida del referéndum que el nacionalista Alex Salmond quiere celebrar en 2014 se jugará en el terreno que va de «devo plus» a «devo max». Un espacio difuso constitucionalmente —¿qué pasaría si un gobierno nacionalista escocés se niega a co-sufragar una guerra como la de Irak?— que, por ahora, ningún partido nacional se atreve a abanderar. «E n Escocia solo hay un 30% de voto patriótico , por lo que la clave del referéndum estará en sumar a los pragmáticos, y aquí hay un fracaso de los partidos unionistas al quedar solo como los defensores del status quo», explica a ABC Charlie Jeffery, director de la Academia de Gobierno de la universidad de Edimburgo. Centrados en la crisis, los líderes nacionales Cameron, Clegg y el laborista Miliband no han explicado aún qué alternativa representaría el «No» en un referéndum de independencia. Ni han dado respuesta a lo más obvio: ¿Qué es el Reino Unido?
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete