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El «banquito» familiar de los Ruiz-Mateos

El clan financiero operaba su propia entidad privada, opaca a Hacienda, en la que sólo el hijo pequeño tenía dos millones de euros

javier chicote

Los Ruiz-Mateos lo llaman el «banquito» de la familia, un fondo de inversión donde han acumulado gratificaciones periódicas y comisiones que el patriarca ordenaba según la marcha de los negocios y cuyos movimientos son totalmente opacos a Hacienda. El fondo lo controlaba Zoilo Ruiz-Mateos, el primogénito, y lo supervisaba Javier Ruiz-Mateos, director financiero de Nueva Rumasa. Cada uno de los trece hermanos tiene una hoja de contabilidad donde se anotan los ingresos y los gastos, según refleja la documentación en poder de la Fiscalía. José María Ruiz-Mateos destinaba a cada hijo varón 600.000 euros al año en dos pagos semestrales. Además, el patriarca les daba comisiones puntuales cuando el grupo de la abeja se anotaba una buena operación.

La hoja de cálculo de Álvaro Ruiz-Mateos, a la que ha tenido acceso ABC , refleja que en noviembre de 2006 el benjamín de la familia sumaba 339 millones de pesetas (unos dos millones de euros, aunque todas las cantidades están anotadas en la extinta moneda). El fondo de Álvaro comenzó el 20 de diciembre de 1995 con un ingreso de 500.000 pesetas, seguido de pagos periódicos de un millón de pesetas.

Las cantidades comienzan a dispararse en 2003, cuando el hijo pequeño de José María Ruiz-Mateos y Teresa Rivero se incorpora de lleno a las empresas familiares. El 15 de abril de ese año sus hermanos le anotan una comisión de seis millones de pesetas con el concepto «Venta Cava». Ese mismo año, entre otras cantidades, Álvaro recibe dos ingresos de diez y cinco millones de pesetas. En 2004 el fondo se incrementa considerablemente gracias a tres anotaciones de 25 millones de pesetas por «Novosur y otros»; 25 más con el concepto «Sandeman» y una comisión en diciembre de 39 millones. Ya en 2005 Álvaro Ruiz-Mateos pasa a ingresar los mismos pagos fijos que sus hermanos varones, 50 millones de pesetas cada medio año, que le permiten alcanzar la cifra de 338.932.279 pesetas.

20 millones de euros

Teniendo en cuenta la extensión de la familia y sin olvidar que varios empleados de máxima confianza también tenían sus cuentas en este «banquito», el importe total de los fondos puede acercarse a los veinte millones de euros.

La contabilidad era compleja, ya que los gastos de la familia los abonaban normalmente las empresas del grupo y luego se contabilizaban en la hoja individual de cada hijo. Es decir, si uno de los Ruiz-Mateos se compra una casa, la hipoteca la paga una de las sociedades de Nueva Rumasa y los importes se descuentan del fondo personal, según fuentes conocedoras de las cuentas del grupo. En el caso de Álvaro Ruiz-Mateos, sus gastos son pocos, ya que aún no había asumido la compra de una casa. Entre 2003 y 2006 contabilizó salidas de capital para la adquisición de un coche (124.790 pesetas cada letra) o 250.000 pesetas para «Regalo Tata».

Este banco familiar estaba remunerado a un interés del diez por ciento anual. Cada 31 de diciembre las plusvalías pasaban a la columna del importe. Los ingresos del «banquito» son totalmente independientes a los sueldos de los Ruiz-Mateos , que cobraban sus nóminas legales de distintas empresas del grupo industrial.

Todos estos movimientos de capital estaban ocultos al fisco y, por supuesto, los intereses no estaban sujetos a la pertinente retención de Hacienda. La sede del «banquito» es la mansión de Somosagüas (Pozuelo de Alarcón, Madrid) que fue registrada el pasado miércoles por la Policía. Como en un banco legal, la totalidad de los fondos no estaba disponible en una caja fuerte, sino que el dinero fluía por las empresas del grupo, que llegó a manejar simultáneamente más de 200 sociedades activas en España y en el extranjero, según refleja la contabilidad interna de Nueva Rumasa, a la que ha tenido acceso este diario.

Esto significa que gran parte de esos fondos podrían haberse evaporado con el declive del grupo, cuyas empresas de referencia, entre ellas Clesa y Dhul, entraron en situación concursal el pasado año. El juzgado número cinco de la Audiencia Nacional, que instruye el caso de la presunta estafa de los pagarés, está investigando las cuentas e inversiones de la familia ante posibles indemnizaciones a los 4.000 ahorradores que aportaron más de 300 millones en los pagarés de la familia jerezana.

Todo tipo de pruebas

Cuando los Ruiz-Mateos despidieron a algunos de sus empleados más veteranos les ofrecieron abonarles la indemnización anotando la cantidad correspondiente en una cuenta de este banco extraoficial para no asumir el pago del finiquito. La familia y los trabajadores del grupo también usaban la palabra «banquito» para referirse a las oficinas de Jerez, Madrid y Barcelona que recogían inversiones en negro. En total, aquellos que no pasaron por el fisco se quedaron entrampados con 210 millones de euros en estos pagarés «B», según publicó el diario digital El Confidencial.

El juez Pablo Ruz tiene a su disposición una ingente cantidad de documentos internos de los Ruiz-Mateos que se amplió tras los registros de esta semana en varios inmuebles de la familia. Según fuentes conocedoras de esta operación, los hijos de José María Ruiz-Mateos trabajaban utilizando discos duros externos, para que sus archivos no dejen rastro en los ordernadores. Pero cuando los agentes de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) entraron en la casa y en las oficinas de los Ruiz-Mateos en Somosaguas (Pozuelo de Alarcón, Madrid) los discos duros externos estaban a la vista, junto a los ordenadores, por lo que procedieron a su incautación. La Fiscalía Anticorrupción también cuenta con miles de documentos entregados por ex empleados del grupo.

Todas estas pruebas pueden dinamitar la estrategia de defensa de los hijos varones, que pasa por culpar de todo al padre. Los documentos a los que ha tenido acceso ABC demuestran que los hijos de José María-Ruiz Mateos y Teresa Rivero gestionaban las empresas y daban órdenes a los empleados, tanto en la parte legal como en lo que se refiere a operaciones con dinero negro, independientemente de que el progenitor tomara la decisión final. Así lo pone de manifiesto la operativa del «banquito»: el 20 de noviembre de 2006 Álvaro Ruiz-Mateos le envía un correo electrónico a su hermano Javier en el que le dice «Javi, me lo actualizas cuando puedas, por favor». Javier le responde «El que?». «Coño, lo de mi fondo, atontao», le replica Álvaro. Sólo cinco minutos después, a las 16.55, Javier Ruiz-Mateos envía a su hermano pequeño un correo con el saldo actualizado.

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