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Treinta millones de vertebrados mueren atropellados cada año en España

Los ecologistas demandan señales específicas para proteger a las especies faunísticas que no detectan los conductores, pero cuya desaparición entraña un serio problema para el medio natural

CPN ALERCE

RUTH PILAR ESPINOSA

Lliçà de Vall cuenta con seis señales específicas de paso de tejones (Meles meles) desde el 30 de julio de 2011. Una iniciativa pionera en España fruto de la colaboración entre la Asociación Conocer y Proteger la Naturaleza Meles meles, la Fundación Biodiversidad y el Ayuntamiento de la localidad barcelonesa dentro de la campaña «Anfibios y carreteras» , que busca reducir la cifra de vertebrados muertos por atropello en nuestro país: 30 millones cada año.

CPN MELES MELES

«Se han construido pasos de fauna puntuales en aquellas carreteras españolas que cruzan demarcaciones de alto valor ecológico. En muchos casos no hace falta acometer grandes obras: las propias canalizaciones de desagüe, si se instalan de forma adecuada, pueden servir», señala Carlos Fraile, presidente de la Federación de Asociaciones CPN .

Aprovechar la topografía del terreno allí donde hay desniveles o taludes que posibiliten la colocación de puentes con barreras que mitiguen el ruido del tráfico e impidan el acceso de los animales a la calzada supone otra interesante alternativa. Así como introducir medidas correctoras en las nuevas infrasestructuras y en la renovación de las existentes.

«No todos los sitios donde se originan atropellos de fauna se consideran puntos negros . Los puntos negros son lugares donde el atropello de fauna afecta a más del 25% de la población de una o varias especies», recalca Fraile.

Riesgo para la integridad física

Estudiar en qué zonas se da el fenómeno parece esencial. Al igual que tratar de concienciar a la ciudadanía sobre la gravedad de éste. Las colisiones de automóviles con cérvidos (ciervos, corzos, gamos) y jabalíes se contabilizan; originan fallecidos, heridos y pérdidas económicas. Sin embargo, cuando del choque salen ilesos el vehículo y sus ocupantes, sufre, en cambio, la comunidad faunística local. Esos pequeños vertebrados que, con frecuencia, no detectan los conductores suelen encontrarse dentro de las especies más amenazadas; sujetas, por tanto, a algún tipo de protección legal.

Pictogramas adecuados a distintas especies, con su nombre y longitud del tramo afectado

«Las señales de tráfico dirigidas a prevenir el atropello de animales deberían representarse mediante los pictogramas adecuados a las variedades que se pretende proteger (con su correspondiente nombre ) y acompañadas, por ejemplo, de la longitud del tramo afectado. Su identificación resultará fácil y clara y no se confundirá con el anuncio de un parque nacional o de un coto de caza mayor, por ejemplo», sugiere Carlos López, consultor ambiental e ingeniero técnico de Obras Públicas.

Las señales tienen que alertar del grave riesgo para la integridad física que entraña un «topetazo» de tales características. Además de advertir de la probabilidad de atropello. De este modo, se logra una conducción precavida.

Piel lisa, permeable y muy sensible

La ampliación de la red de carreteras ha interceptado gran parte de las rutas migratorias que los anfibios siguen año tras año hacia las charcas, ríos, arroyos, lagunas o embalses donde se reproducen.

En algunos países existen distintos tipos de señalización: una para los anfibios anuros -sin cola-, como ranas y sapos , y otra, para los anfibios urodelos -con cola-, como los tritones , gallipatos y salamandras .

CPN ALERCE

«En España no parece lógico llegar a un grado tan alto de especificación. Bastaría con símbolos de carácter temporal (durante los periodos de máximo riesgo: las noches lluviosas de primavera y otoño) con lámparas destelleantes. Y sería bueno que se complementaran con señales de limitación de la velocidad máxima», explica López.

La piel lisa y permeable de los anfibios les confiere una sensibilidad muy elevada a la hora de dedectar la contaminación y los cambios que experimentan su hábitats. Razón por la que constituyen unos de los mejores bioindicadores del estado del medio natural. Si su presencia empieza a desaparecer de un espacio indica que algo grave ocurre allí. [Aunque no nos demos cuenta ni al pasar por la M-301 ni por el taller de la Itv].

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