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noción personal

RAMIRO RUIZ MEDRANO

Jamás hubo tanta paz entre las localidades de la provincia de Valladolid. Algo que se echa en falta en otras diputaciones

alejandro j. garcía nistal

RAMIRO Ruiz Medrano es el nuevo delegado del Gobierno de España para Castilla y León, que es sinónimo de representante del presidente Rajoy en las nueve provincias y media. A priori, Ruiz Medrano es un gran desconocido para la sociedad y el público de esta Comunidad Autónoma, si bien, todos aquellos que de una u otra forma siguen la actualidad informativa saben de sobra quién es el nuevo comisionado de la Administración central. Ramiro ha formado durante más de una década el trío de líderes o caras más populares del PP de Valladolid que, si bien cuenta con una nómina extensa de nombres y hombres, lo cierto es que a efectos institucionales León de la Riva en el Ayuntamiento, Ruiz Medrano en la Diputación Provincial y Tomás Villanueva en la Junta de Castilla y León, conformaban un equilibrio de poder y encabezaban una serie de equipos que han funcionado, con algún bache sí, como una máquina de precisión milimétrica.

En muchas ocasiones se barajó al nuevo delegado como el hombre que sustituyera al alcalde de Pucela o que entrara en algún alto cargo de la Junta. Ríos de tinta han corrido al respecto. Y es que al bueno de Ramiro, de perfil bajo, serio, trabajador y un auténtico corredor de fondo, la sombra del personalísimo Javier León o del poderoso Tomás Villanueva, pareciera como si le empequeñeciesen en la lid política vallisoletana. De su buen hacer en la Diputación es testigo la reciente historia y las hemerotecas. Jamás hubo tanta paz entre las localidades de la provincia y menos problemas con el presidente vallisoletano. Algo que en otros u otras presidentas de otras diputaciones se echa en falta cada día más.

Al fin en esta legislatura, Ruiz Medrano, al que siempre he tratado con su fiel y buen periodista, Arturo Pinto, tuvo el plácet para saltar a la palestra o ruedo regional. Concretamente como miembro destacado en la Mesa de las Cortes y procurador por Valladolid. Pero en la lucha cainítica por los cargos que existe cuando un Gobierno cambia de signo, desde Madrid se buscaba una persona constante, sin freno en el trabajo y, a la vez, no excesivamente dada al culto al ego. Frente a personas «de fuera» se ha apostado por alguien «de la tierra». Pronto comprobaremos la gran diferencia con su antecesor, Miguel Alejo, quien a pesar de haber dejado el listón en un aprobado raspadito, nunca caminó conjuntamente con sus secretarios generales regionales socialistas, yendo las más de las veces por libre y muy dado al ordeno y mando.

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