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clásico

Cima de la delicia

DIANA DAMRAU. Arpa: Xavier de Maistre.Obras: Schubert, Strauss, Tárrega, Hahn, Chausson, Fauré, Duparc, Dell’Aqua. Lugar: Centro Cultural Miguel Delibes. Valladolid

rosa sanz hermida

El último concierto del ciclo de «Ópera» del Miguel Delibes nos ha traído a otra de las grandes, grandísimas cantantes del panorama internacional, Diana Damrau. Según la crítica especializada la soprano alemana se encuentra en un momento excelente en su trayectoria profesional, con su voz en plenitud y madurez. Pues bien, Damrau eligió un repertorio no precisamente centrado en el lucimiento y despliegue de todas sus potencialidades canoras, sino en sintonía y coherencia con el instrumento acompañante, el arpa de Xavier de Maistre. Y esta mínima y aérea conjunción de voz y arpa se convirtió, por obra de sus artífices, en verdadera cima de la delicia. La expresión guilleniana no es exagerada; intenta sintetizar la actuación de ambos intérpretes y su efecto en el público, desbordado ante tanta belleza.

«MC»Parte del secreto de este dúo está en su conjunción: la limpidez, transparencia y sedosidad de las emisión vocal encuentra perfecta transposición en el arpa, como sombra que sigue sus anhelos («Ganymed»), sus sentimientos cambiantes («Le temps des lilas»), o a los que responde con su presencia «silenciosa» («Wiegenlied») y ensoñadora («Si mes vers avaient des ailes», «L’heure exquise»).

La Damrau posee un instrumento extraordinariamente rico y trabajado, guiado siempre por la musicalidad. Portamentos gráciles, fraseo melodioso, emisión bien coloreada, notas tenidas en pianísimo de una dulzura iridescente. Pienso que no sería dislate considerarla la Shwarkopf del siglo XXI.

Las reducciones del arpa son magníficas; además de ajustarse al carácter de las obras, revelan un amplio y profundo conocimiento de este instrumento, extrayendo de él muchas de sus virtualidades sonoras. Es sorprendente que un instrumento con un repertorio condicionado en teoría por su naturaleza logre tantísimos matices armónicos, agógicos y tímbricos como los desplegados en este programa. Mucho de ello se debe al enorme talento del arpista francés y su habilidad para manejar cuerdas y pedales. Su destreza recuerda la de las encajeras flamencas, y la minuciosidad de su escritura, a la pintura de Vermeer.

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