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Insultos para los acusadores

Medio centenar de partidarios de Garzón, como Pilar Bardem, se congregaron ante el Supremo para insultar a las acusaciones

N. V./N. C.

El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón afrontó ayer su primer juicio en el Tribunal Supremo por presunta prevaricación (el de las escuchas de «Gürtel») con menos apoyos de los esperados. No en vano en su entorno había cierto interés por que la causa de la memoria histórica, la que le sentará en el banquillo la próxima semana (también acusado de prevaricar) se juzgara antes que las presuntas escuchas ilegales a los principales imputados de la trama de corrupción con sus abogados. Pero no ha sido así. Y Garzón se tuvo que conformar con el apoyo de medio centenar de personas que corearon gritos de «fascista» a los abogados que le han sentado en el banquillo (Ignacio Peláez, José Antonio Choclán y Pablo Rodríguez Mourullo) al tiempo que pedían la «dimisión» de los magistrados del Tribunal Supremo.

El magistrado de la Audiencia Nacional llegaba a pie al Tribunal pasadas las diez de la mañana, veinte minutos antes del inicio de la vista. Allí, a las puertas de la sala de vistas, le esperaban algunos de sus compañeros de la Audiencia Nacional, como los jueces de instrucción Santiago Pedraz y Fernando Andreu y los jueces de la Sala Penal Clara Bayarri, José Ricardo de Prada y Ramón Sáez. Los dos primeros también le acompañaron en su mítico descenso por las escaleras de la Audiencia Nacional en la primavera de 2010, cuando fue suspendido de sus funciones tras conocerse la primera de sus imputaciones. Los otros tres son los autores del voto particular contra la decisión mayoritaria de la Sala Penal de reconocer la falta de competencia de Garzón para juzgar la «memoria histórica». Ya por la tarde se acercó al tribunal la juez Teresa Palacios, quien le dio un fuerte abrazo, y Manuel Fernández Padin, arrepentido de la «operación Nécora», el golpe al narcotráfico gallego dirigido por el propio Garzón en junio de 1990.

Franco en «Gürtel»

Apenas con un hilo de voz como consecuencia de la gripe que está atravesando, Garzón afrontó la primera sesión del juicio tranquilo, altivo en ocasiones y, sobre todo, con ganas de que termine su calvario judicial. En paralelo al desarrollo de la vista, un grupo de simpatizantes del juez encabezado por la omnipresente Pilar Bardem presentaban un escrito en el Supremo en el que pedían la «dimisión» de todos los magistrados de la Sala Segunda porque «han perdido toda noción de justicia». Prueba irrefutable de que el de ayer era la antesala del juicio de la «memoria histórica» es que los firmantes reclaman «justicia democrática para el juez y para toda la ciudadanía española y verdad, justicia y memoria para todas las víctimas de la dictadura del general Franco».

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