libros de vino y rosas
«Maremágnum 44»
David Benedicte. Editorial Isla Varia. 145 páginas. 12 euros
manuel de la fuente
Casi todos los domingos nos desayunamos con él . Bueno, para ser más exactos es él quien desayuna con gente del famoseo y la cultura en la antepenúltima página del suplemento XL Semanal de ABC .
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La mayoría de los desayunos ni siquieran ... son copiosos y unos cuantos no incluyen cereales, ni frutas, sino grasas polisaturadas y otras menudencias indigestas que a la gente de tronío le da por meterse entre pecho y espalda los días de asueto. También puede uno encontrarse con este periodista, novelista y poeta por la madrileña calle de la Princesa, semiemboscado bajo una boina con rabillo , como si fuera no el Che Guevara icónico sino un paisano más entre el gentío o sosias de Gabriel Celaya , de Blas de Otero .
Este hombretón responde, al menos así firma, al nombre de David Benedicte , aunque tal vez si lo echamos a suertes se llame Gloria Fuertes , y escriba versos de los universos, como los que pueblan como duendecillos las páginas de «Maremágnum 44» . El Magnum 44 es el de un tipo duro, Harry El Sucio , y la Mare es la playa donde Benedicte se solaza, se tumba a la bartola , se echa al coleto un tinto de verano mientras ve a sus larvas (y musas), Ada y Teo que hacen castillos de arena. Cuando el tinto de verano ya se le ha subido a la cabeza después de henchirle convenientemente el corazón, el tal Benedicte se aplica con más o menos denuedo a la poesía.
Pero no crean, lo suyo no son las sílfides, ni los efebos, ni la piedra, ni la ceniza, ni Florencia, ni los Médicis , aunque sí Flavio Briatore y la F-1. Y hasta Aznar y Agag , aunque sea de pasada. No, lo suyo es la chispa de la vida, como la coca-cola que vive como pez en el agua en el cubata. Lo de Benedicte y este «Maremágnum 44» que echa humo son los surfistas ahogados, los guiris que naufragan en sangría, las marejadas y las marejadillas, los socorristas, los mercadillos veraniegos, los bolsos de imitación, las personas de imitación, Janis Joplin resudando en pleno «Summertime» , las moscas y su correspondiente media ración de Baygón, el camping, el cocodrilo de Lacoste que se come a los niños de papá, los rubicundos beach boys , el alioli chungo de un arroz con bogavante...
David Benedicte es uno de los poetas más sólidos de la quinta del 70, uno de los más sorprendentes (su anterior libro: «Biblia ilustrada para becarios» ya dejó buena constancia de ello), rompedores y originales. Pero siempre con los pies en el suelo y las manos en la masa de las apasionadas coordenadas del ser humano . Su verso es refrescante y seductor como un daiquiri, imprescindible como una tumbona, libertador como una sombrilla. La poesía vive y colea más que nunca con libros como éste, con versos como estos: «qué es una vida sino / la muerte arrepentida»; «sabes bien / nena / que andaluceando / voy / un día y otro / rumbo al sur / de tu cintura».
Bien, marinero en tierra Benedicte, sólo nos falta por decirte lo que decía Clint, Clint Eastwood: «¡Anda, alégrame el día!» .
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