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Los stradivarius, en el ojo del huracán

Los violinistas prefieren instrumentos modernos; una investigación desafía su prestigio

Los stradivarius, en el ojo del huracán

ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

El mito de los stradivarius podría derrumbarse. Es evidente que entre un violín recién fabricado, que al máximo cuesta 3.000 euros, y un stradivarius por el que se pagan cifras astronómicas (el último ha llegado a los 12 millones de euros), cualquier violinista tendría claro cuál escoger. Mucho se ha hablado y escrito desde siempre sobre el secreto del sonido mágico y bellísimo de los violines creados por el célebre maestro lutier Antonio Stradivari (Cremona, Italia, 1644-1737), o Giuseppe Guarnieri (Cremona, 1698-1744). Pero las muchas investigaciones que se hayan hecho sobre su madera o su barniz, solo sirvieron para elaborar diversas teorías sobre la extraordinaria calidad de su sonido, sin llegar a desvelar su secreto.

Ahora un último estudio, realizado por la investigadora y flautista francesa Claudia Fritz, de la universidad de París, ha llegado a una sorprendente conclusión después de dos años de experimentos: No es verdad que un stradivarius sea mejor que un violín moderno, por lo menos desde el punto de vista de la calidad del sonido . «La contraposición entre antiguo y nuevo, en este campo, sencillamente no tiene sentido», afirma con datos en la mano Claudia Fritz, desmintiendo de golpe siglos de dogmáticas certezas.

«Precios insensatos»

El experimento fue realizado así por Claudia Fritz. En el 2010, durante una competición internacional en Indianápolis, la investigadora francesa y sus colaboradores pidieron a 21 músicos tocar seis diferentes violines: tres de producción moderna y tres antiguos, dos creados por Antonio Stradivari en el 1700 y uno por Guarneri en el 1740. El valor de mercado de los tres violines antiguos era de 10 millones de dólares, mientras el precio de los tres modernos rondaba los 10.000 dólares. Los 21 violinistas utilizaron gafas especiales que les impedían ver el tipo de sonido que tocaban. Además, cada violín había sido perfumado para que el músico no pudiera detectar su edad por el olor. Al terminar la prueba, cada violinista dio un voto: Los más altos fueron para los instrumentos modernos, y el voto más bajo de todos fue para un stradivarius. «Nuestros resultados son un desafío a la opinión dominante», ha escrito Claudia Fritz. «Los antiguos violines son instrumentos estéticamente maravillosos», reconoce la investigadora francesa, «pero tienen un precio insensato que no depende de la calidad de su sonido».

Polémica

El experimento de Fritz ha recibido el visto bueno de una prestigiosa revista, «Proceedings of the National Academy of Sciences», que lo ha publicado. Concuerda al menos en parte con el estudio Kai-Thomas Roth, secretario de la British Violin Making Association: «Hay un elemento de mito en la reputación de los antiguos violines».

Desde Italia, donde nació el más grande violinista de todos los tiempos, Niccolò Paganini, se disiente de la investigación de Fritz. Salvatore Accardo, uno de los más grandes violinistas del mundo, considera que el sonido lo debe juzgar quien lo escucha, no quien lo toca. «Cuando pruebo un violín, me llevo siempre un colega. Para que un violín suene bien, debe tener al menos 70 años. He tocado miles de instrumentos, ninguno sonaba mejor que los producidos por Stradivari y Guarneri».

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