El Gobierno reconoce ya que la economía volverá a la recesión a comienzos de año

Ni una semana ha tardado el nuevo ministro de Economía, Luis de Guindos, en sumergir a los españoles en un baño de realidad. Nuestra economía entrará en recesión en el primer trimestre del próximo año. No lo ha dicho con estas palabras, pero no ha sido necesario.

Tras la toma de posesión de varios altos cargos de su departamento, el flamante titular del Ministerio de Economía y Competitividad reconoció a los periodistas que el PIB ha decrecido dos o tres décimas en este cuarto trimestres del año y que seguirá cayendo en los tres primeros meses de 2012. Y dos trimestres consecutivos de caída del PIB son —según todos los manuales de Economía— una recesión. Y la vuelta a la recesión, tras algo más de año y medio de estancamiento, hace también difícil la creación de empleo. Estos dos trimestres «no serán sencillos ni para el crecimiento ni para el empleo», apuntó el ministro.

Estas previsiones de Luis de Guindos se alinean con las de los principales analistas de dentro y fuera de nuestras fronteras, que llevan semanas advirtiendo de la recaída de la economía española y la vuelta a la recesión. BBVA fue la primera entidad en advertir de la contracción de la economía en este último trimestre del año, pero tras él han sido muchos los expertos que se han apuntado a esta tesis, incluido el Banco de España, la fundación de las cajas, y varios bancos de inversión norteamericanos.

No obstante, no deja de sorprender que sea el propio Gobierno quien, antes incluso de que organismos como la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la OCDE se manifiesten al respecto, tome la iniciativa de mostrarse más pesimista que todos ellos. Y sorprende porque durante los últimos ocho años ha ocurrido exactamente lo contrario. El Gobierno socialista se ha quedado solo año tras año en sus optimistas previsiones y solo cuando la realidad se imponía y era imposible mantener lo contrario se reconocía la situación. Ocurrió con el estallido de la crisis, y ha vuelto a ocurrir este año, cuando el Gobierno estimó un crecimiento del 1,3%, casi el doble de lo que apuntaban todos los organismos nacionales e internacionales, y solo muy al final de la legislatura, se reconoció que ese objetivo era imposible de cumplir. Hay, por tanto, un cambio significativo en la manera de actuar y en la estrategia del nuevo Gobierno.

El pasado mes de septiembre, en una entrevista concedida a ABC, Luis de Guindos decía que la primera tarea del nuevo Gobierno debía ser hacer un análisis exhaustivo de la situación y trasmitir a los ciudadanos cuál era la realidad. Y a partir de ahí se podrán tomar las medidas necesarias para sacar al país adelante. De Guindos está siguiendo sus propias recetas.

El próximo viernes el Gobierno tendrá que prorrogar los Presupuestos. Una prórroga que supondrá, de momento, congelar el salario de los funcionarios. Y además, el Ejecutivo incluirá un acuerdo de no disponibilidad de gasto que será de, al menos, 16.500 millones de euros, según apuntó Rajoy. Todo dependerá, no obstante, de cómo se cierren las cuentas este año 2011 y de cuánto se desvíe el objetivo de déficit. Parece que hay bastante unanimidad en que es posible que la administración central cumpla su objetivo de cerrar el año con el 4,8% de déficit, pero es casi imposible que las autonomías se ajusten al 1,3% previsto. El nuevo Gobierno cuenta con al menos una desviación de un punto, que son unos 10.000 millones.