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protesta en lAS BARRANQUILLAS

«No quiero morirme en un rincón ni volver a delinquir»

Unas 60 personas, entre usuarios y profesionales, se han concentrado ante el dispositivo de venopunción de Las Barranquillas, que cerrará el 31 de diciembre y «dejará desatendidos a los 36.000 enfermos que atiende al año»

«No quiero morirme en un rincón ni volver a delinquir» JOSÉ ALFONSO

M. J. álvarez

«No quiero morirme en un rincón como un perro, ni volver a delinquir como antaño y parece que a eso nos están empujando», masculla Manuel entre los cuatro tablones de su chabolo, situado enfrente de la narcosala de Villa de Vallecas. Este portugués, que tiene 54 años, aparenta por lo menos 10 más. Lleva ocho años viviendo en Las Barranquillas, la mayoría dentro del dispositivo asistencial que cerrará sus puertas a finales de año y que habrá atendido a una media de 36.000 enfermos. Los dos últimos, en la precaria construcción por cuyas rendijas se cuela el frío y la humedad.

Manuel es uno de las 60 personas que esta mañana, a las 10.30, se concentraron en las puerta del primer dispositivo de venopunción de España, que «atenderá a todo el mundo hasta el día 31», aseguró la Comunidad a ABC. No obstante, los afectados no tienen tan clara la fecha, pero sí que el último día del año concluye el contrato programa por valor de un millón de euros que gestionaba la empresa Fundació Salut y Comunitat.

Este ejercicio la atención sanitaria solo se prestaba durante diez horas al día y la sustancia de abuso no se analizaba por los recortes del 30% en los presupuestos.

«Nos tendieron la mano y ahora nos la cortan» , « ¡No me cierres el derecho a rehacer mi vida!» , «Por Navidad, la Agencia Antidroga abre las puertas del infierno» o «Agencia Antidroga: ¿Sabéis que es la reinserción? Salvar vidas», eran algunas de las pancartas que portaban padres y madres contra la droga, usuarios y ex usuarios, así como profesionales del centro y de otros que «cerrarán en breve», aseguraban.

«Aquí nos escondieron y ahora nos tiran»

Todos ellos quisieron escenificar su protesta «aquí, donde quisieron escondernos lejos de sus miradas para dejarnos ahora tirados; pues no tendrán más remedio que vernos otra vez: consumir en los portales, en los cajeros, en la calle... liarla, en suma», aseveraban los toxicómanos. «Aquí no hemos sentido miradas marginales. Nos han tratado con dignidad y nos han ayudado», subrayaban

« Mi vida es una de las que salvó la narcosala . Estaba desesperado. Quería morirme. Compré un gramo de cocaína y otro de heroína y me los metí ahí mismo. Salieron a buscarme y me desperté aquí dentro», explicaba un indignado Javier, en la última fase de una rehabilitación que comenzó, tras muchas idas y venidas, en 2009. «Me quedo sin poder ir al último recurso: un piso de autogestión».

Y es que, los concentrados denuncian que la narcosala no se irá sola. De los 18 pisos de tratamiento que tiene la red asistencial regional para drogodependientes, a mitad del próximo año quedarán solo 7, además de un centro de distribución de metadona. «Doscientos trabajadores se irán al paro», explican los afectados.

«El problema de la droga sigue existendo y recursos como la narcosala son muy necesarios. No hay alternativa. También hacen falta medidas de reducación. Los tratamientos no se pueden basar sólo en fármacos. La Agencia Antidroga no puede poner precio a nuestro derecho a rehacer nuestras vidas. Seguiremos luchando hasta que nos den una alternativa».

El lunes, Urbanismo derribará la media docena de favelas situadas en las inmediaciones. En el lugar construirá viviendas.

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