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Pros y contras de los bancos malos

La ventaja más inmediata reside en el alivio temporal en su balance, en que libera capital y reduce riesgos

Pros y contras de los bancos malos

maría jesús pérez

La digestión de activos tóxicos inmobiliarios sigue siendo una lacra para el sistema financiero español. Hasta ahora, el sector, y la autoridad bancaria española como su máximo exponente, ha apostado por las fusiones para sanear sus balances , pero se ha demostrado que no es suficiente. De hecho, la idea de integrar entidades débiles en otras más fuertes, a través de sinergias que absorben las pérdidas de las primeras, lo único que ha conseguido es restar músculo a las segundas. Los expertos lo tienen claro: un nuevo proceso de fusiones generaría más sinergias, pero por valor de 20.000 millones de euros. Claramente insuficientes para hacer frente al elevado volumen de activos tóxicos de la banca española, cifrado en 176.000 millones. Todos coinciden: hay que ir un paso más allá. El deterioro económico ha seguido avanzando en España, lo que empeora la posibilidad de digerir esos activos y Bruselas ha estado presionando con crecientes requisitos de capital, lo que deja poco margen para asumir problemas de terceros. ¿Un banco malo?

Un banco malo es una estructura a la que se transfieren los activos de mala calidad de las instituciones financieras en dificultades con el fin de limpiar sus cuentas de resultados. Su misión es l iquidar los activos al mejor precio otra vez, para limitar las pérdidas a los inversores. Una estructura, por cierto, también conocida como «hospital del banco», que puede incluir participaciones accionariales en las empresas, deudas o heredar la gestión concursos de acreedores.

Se trata de una estructura a la que se transfieren los activos de mala calidad

Los bancos malos, cuya en la década de 1930 en los Estados Unidos utilización surgió con la adquisición de hipotecas, se pueden ubicar en el seno de un banco, con lo que las pérdidas que se produjeran estarían soportadas por los accionistas y también pueden ser públicos, lo que significa que las pérdidas que se produjeran correrían a cargo del contribuyente.

En España, en pleno debate

La conveniencia de crear un banco malo que aglutine los activos tóxicos de las entidades financieras españolas, que limpie los balances de polvo y paja entidad por entidad , es un debate que cobra fuerza estos días tras la triunfal llegada al poder de Mariano Rajoy , si bien, el partido que preside no ha mostrado un interés claro y rotundo por darlo como solución ineludible. Se han oído opiniones en el seno del partido sí, pero no con contundencia.

Sin embargo, diversas voces procedentes del propio sistema financiero español, sí han planteado a Rajoy —siendo aún candidato a la presidencia del Gobierno— la necesidad de crear un banco malo según el modelo alemán. Con este modelo, coinciden, al mismo tiempo que se ayuda a sanear el sector , se podría encontrar consenso con la canciller, Angela Merkel, algo que, por cierto, en los últimos tiempos, viene bien, y es todo un triunfo para el país que lo consiga.

Estilo alemán, puede que sí

En el esquema de un banco malo al estilo alemán —no como el irlandés, que al final ha pesado sobre el contribuyente—, el riesgo de los activos tóxicos tranferidos se mantiene en última instancia en el propio banco, de manera que los accionistas seguirán siendo, en última instancia, los responsables de las pérdidas . Se crearía un banco malo por entidad, pero con figura jurídica separada.

Como ventaja más inmediata para la entidad que crea su propio banco malo, es el alivio temporal de su balance, ya que libera capital en el preciso instante en el que el riesgo se reduce, lo que le permitiría volver a otorgar préstamo s. En principio, es un modelo ya aplicado en cierta manera por alguna que otra entidad bancaria española. Ahora bien, son estructuras similares a un banco malo, pero no es un banco malo propiamente dicho, como han aclarado tanto Bankia como CaixaBank. Se trata de una entidad ajena al banco que asume la titularidad de activos de tipología diversas, entre los que estarían relevantes participaciones empresariales que les facilitan la necesaria liquidez.

Este tipo de «vehículos» pueden no ser auténticos bancos al no captar depósitos ni realizar actividades propias de las entidades de crédito. Además tienen capacidad para obtener por sí mismos los necesarios recursos y liquidez, por tanto no merecerían el calificativo de «malos».

No obstante, la creación de un verdadero banco malo, a priori pues, parece una buena solución para la banca, que sacaría de sus balances activos que penalizan su solvencia, y además no se vería obligada a provisionar cada vez más dinero para prever impagos probables.

¿Bueno para los ciudadanos?

Pero, ¿sería una buena o adecuada solución para los ciudadanos? Los expertos lo explican así: El banco malo, que puede constituirse como un fondo o una sociedad, podría recibir aportaciones de las propias entidades. Si no cuenta con inversión privada, sería el Estado el que asumiría el precio total de la adquisición emitiendo deuda pública en nombre del propio banco malo y con la garantía del Estado. Esto requeriría la autorización de Bruselas, por tratarse de una ayuda pública. Y la Comisión ya ha comentado que en ese caso los activos deben valorarse a precios de mercado para que el Estado pueda recuperar la inversión.

¿Y no sirve el FGD?

Sin embargo, otros analistas creen que no es necesario crear un banco malo porque, de hecho, ya existe un instrumento que podría actuar como tal, como en otras crisis bancarias que ha sufrido España, que es el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) . En tal caso, el FGD, actuando como tal compraría los activos de la banca a valor en libros, es decir, sin que los bancos tuvieran que apuntarse pérdidas. Ahora bien, para que la operación no fuera excesivamente costosa para el Estado , las entidades financieras deberían realizar mayores aportaciones al FGD, hasta situarse en el máximo legal. De esta manera, por cada euro que aportara la banca, el Estado aportaría otro. ¿Se repartirían los costes? «No nos llevemos a engaño —asegura una fuente financiera—. El Estado tendrá que asumir dichos costes. Tendría que ir vendiéndolos poco a poco, por lo que iría acumulando minusvalías, al hacer ventas con pérdidas, dado que se ha adjudicado los inmuebles al valor al que los bancos los tenían apuntados en el balance».

Estos días, con la llegada al poder de un nuevo Gobierno, en el que se priorizarán varias reformas —entre ellas, claramente la financiera—la idea del banco malo vuelve a estar en boca de todos. En fuentes financieras se asegura que Mariano Rajoy tiene ya algunas ideas al respecto, si bien, desde el Partido Popular, ni confirman ni desmienten . Simplemente, es una idea más que está sobre la mesa pero sin forma alguna. Entre las voces que están a favor, se asegura que el banco malo que prepara el nuevo Ejecutivo no le costará «ni un euro»al contribuyente. Explican que si bien no hay un hoja de ruta, sí hay dos ideas claras: que en la nueva institución se va a incluir como mínimo el suelo y que no se financiará solo con dinero público, sino también como privado, pero no de los ciudadanos, sino entre el conjunto del sector.

En tal caso, esta financiación privada vendrá de la mano del Fondo de Garantía de Depósitos, y como su dotación actual sería insuficiente para financiar tan solo la mitad de lo que necesitaría el banco malo creado, tendría que endeudarse. ¿Cómo? El Estado facilitaría la deuda a través del FROB , si bien sería una deuda que se iría devolviendo año tras año. Algo que ya vivimos en las crisis bancarias españolas anteriores, en la década de los ochenta y en la de los noventa. Entonces, el FGD se hizo con los bancos inviables, y el Estado prestó el dinero que faltaba. A cambio, el resto del sistema financiero tuvo que aumentar su aprotación al fondo para devolver la deuda.

Si fuera así, no se trataría pues de un banco malo «per se», precisamente por contar con parte de financiación privada. Sobre todo, se quiere evitar con una fórmula «mixta » que los ciudadanos tiendan a pensar que de nuevo se regala dinero a la banca para su salvación, mientras el país «sigue malviviendo y sobreviviendo como puede».El debate está ahí. La solución, casi ya mismo.

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