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TRICENTENARIO

Biblioteca Nacional: los tesoros de la isla

Sus Majestades los Reyes inauguran este martes la exposición que conmemora tres siglos de la Real Librería Pública que aprobó Felipe V asesorado por el padre Rabinet. Así nació...

Biblioteca Nacional: los tesoros de la isla

A. A.

Como ayer, hacía frío en Madrid el 29 de diciembre de 1711. El famoso viento de la sierra llenó de escarcha y de hielo las esquinas del aire de las calles de Madrid, de un Madrid que -como recuerda el catedrático José Manuel Lucía, comisario de la magna exposición , en el espléndido catálogo editado con motivo del Tricentenario de la Biblioteca Nacional - todavía tenía abiertas de par en par las venas y las heridas de una guerra, la de Sucesión. Al padre Robinet, tercer confesor que tenía Felipe V en suelo hispánico, le daba pereza abandonar el rescoldo de las sábanas, entre mantas que casi le ahogaban. Rememora José Manuel Lucía que el el padre Robinet sacó un poco la cabeza y, con las primeras luces del amanecer que entraban por una ventana entreabierta, vio su pequeña habitación, los pocos muebles que la decoraban, el gran espejo en un lateral -sigue detallando con proverbial cuidado José Manuel Lucía- y su mesa de trabajo, con algunos papeles abiertos, las últimas noticias que le llegaban de Roma y el plan que había ideado para el futuro de la Librería Pública . Esa mañana del 29 de diciembre de 1711 , a pesar del frío reinante en Madrid, el rey daría el visto bueno al plan que el padre Robinet le había presentado para contar en España, por primera vez, con una gran biblioteca que destacara, desde un principio, por su carácter público. «Una biblioteca que fuera la piedra angular sobre la que levantar de nuevo un imperio más allá de las armas, de los cañones, de las conquistas», subraya Lucía. El Imperio de las Letras y las Ciencias. Detrás de un humeante tazón de chocolate bien caliente, el padre Robinet se imaginó cómo sería su biblioteca cien, doscientos y hasta trescientos años después. «Y un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Cómo podría imaginarse una cosa así? Imposible. Pero lo que sí le gustaría, y por eso rezaría esa noche, es que trescientos años después la Real Biblioteca siguiera siendo pública e independiente. Y en ese momento, el padre Robinet se sintió el hombre más feliz del mundo y en ese momento tuvo la certeza de que así sería, que así debería ser, a pesar de los avatares de la historia y de la política».

Joyas únicas y mapa mundis de Ptolomeo

Y durante estos tres siglos se han ido reunido los grandes tesoros de la isla literaria, desde la «riqueza y variedad», con piezas únicas como el original de Miguel de Unamuno «De Fuerteventura a París» adquirido en subasta, que escribió el autor en forma de sonetos durante su exilio; el manuscrito original de «Cañas y barro», de Vicente Blasco Ibáñez , o uno de los últimos poemas de Miguel Hernández, redactado desde la cárcel. Junto a estas maravillas se exhiben piezas como las «Cantigas de Santa María» o el manuscrito «Las siete partidas de Alfonso X El Sabio» , el dibujo «Cabeza de niña», de Velázquez ; el aguafuerte «La muerte de la Virgen», de Rembrandt ; «Los caprichos», de Goya o el facsimil de la primera edición de «El Quijote », los Códices Madrid I y II de Leonardo Da Vinci -las dos únicas obras del genio humanista que hay en España-, la Biblia Política Regia, el Beato de Liébana, el Breviario de Isabel la Católica , los mapas «Orbis terrestres tam Geographia Quam Chrographia descriptio», de Christian Sgrooten, o el manuscrito «Cosmographia» de Ptolomeo , del que hace un lustro fueron arrancados y robados dos mapamundis y posteriormente localizados en Australia y devueltos a la Biblioteca Nacional.

A juicio del comisario de la magna exposición, José Manuel Lucía (Catedrático de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid), -quien recorrió la exhibición junto a Glòria Pérez-Salmerón, directora de la Biblioteca Nacional y Charo Otegui, presidenta de Acción Cultural Española-, el reto ha sido aunar todo lo que se deseaba: «Queríamos contarlo todo, aprovechar la oportunidad única de celebrar el Tricentenario para acercar al visitante a la historia de la BNE, sus tesoros, sus edificios, su estructura, sus trabajos diarios, sus retos y sus desafíos». Principia, pues, el Tricentenario de la Biblioteca Nacional, que se clausurará a finales de 2012 con una reunión internacional de hispanistas, y una reunión de Premios Cervantes que leerán sus propios textos.

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