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Sin confusión no existe Arrabal

El dramaturgo presenta a su estilo la función de «El jardín de las Delicias, que se podrá ver el viernes en Valladolid

Sin confusión no existe Arrabal F. HERAS

F. IGLESIAS

Cuando el personaje eclipsa a la obra, el espectador debe hacer un esfuerzo de concentración para que los ropajes del protagonista no oculten su discurso. El escritor y dramaturgo Fernando Arrabal reconoció ayer que su etílica aparición televisiva en 1989 había hecho muchísimo más por divulgar su figura que todo su bagaje como literato, como el autor teatral español más representado en los escenarios de todo el mundo y como uno de los intelectuales más reconocidos allende España. Pero Arrabal no parece dejar atrás ese disfraz y durante la presentación ayer de la función de su obra «El jardín de las Delicias», que tendrá lugar el 2 de diciembre en el Teatro Zorrilla de Valladolid, habló poco de la función y mucho de sí mismo y aprovechó la ocasión para incidir en su mensaje de que «si no hay confusión no existe la realidad», todo ello adornando su frente con una máscara de carnaval de inspiración veneciana y disfrutando de una botella de vino tinto.

En una de las conferencias de prensa más concurridas del coliseo vallisoletano, incluidos curiosos, Arrabal acudió a Valladolid a presentar esta función que dirige Rosario Ruiz, quien lamentó que al autor de la obra se le conozca por la televisión «y por haber leído sus creaciones», a la vez que agradeció la libertad con la que ha podido construir esta versión, incluso con el enfado del autor por «no tocar nada». De hecho, «El jardín de las Delicias», data de 1967 cuando Arrabal la escribió en su cabeza para burlar la censura de los carceleros mientras estaba en prisión, pero no ha sido hasta este año que se visto en España con su estreno en Madrid.

Sobre la vigencia de esta obra, Fernando Arrabal recordó que como en las matemáticas, en el arte no hay revoluciones ni vanguardias pues «todo está presente y sólo hay que saber verlo y utilizarlo». Precisamente, a preguntas de los periodistas, rechazó practicar la provocación, un término que atribuyó a la dictadura franquista para justificar su veto para con su obra. Además, recordó que personajes como Dalí o Bretón jamás se consideraron provocadores. De hecho, Arrabal afirmó que «la provocación es algo rotatorio, incontrolable y generalmente estúpido».

Chivo expiatorio

Lo cierto es que la graduación de provocación es un término cultural y social variable, que a tenor de sus habituales comparecencias públicas, como la de ayer, el autor nacido en Melilla en 1932 pero criado en Ciudad Rodrigo (Salamanca) controla perfectamente dentro de una aparente anarquía que tan pronto le llevó a declararse como «el único superviviente de la modernidad, el dadaísmo, el pánico y la patafísica» como ser «un chivo expiatorio creado por el destino», a la vez que apuntaba que «España me ha tratado siempre insuperablemente bien teniendo en cuenta que se piensa que soy un provocador, lo peor que puede decirse de un escritor».

«El jardín de las Delicias» trata de cuatro personajes, que en realidad son uno, y un rebaño de ovejas conforman el reparto de este montaje, protagonizado por Lais, una gran actriz retirada que contesta a sus admiradores en un programa televisivo.

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