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<div class="marca">Con sólo 75 CV, el MINI más accesible de gasolina (y de la gama), el Minimalism, se desenvuelve con destreza.</div> <div class="autor"> </div>
BMW

Minimalism o OneD, ¿qué MINI elegir?

¿Diésel o gasolina? Es, sin duda, uno de los eternos dilemas que muchos se encuentran a la hora de decidir la compra de un coche nuevo. La cuestión no siempre es fácil de resolver, ni siquiera ante ejemplos como el caprichoso MINI en sus variantes más accesibles. Pues bien, éstas son las pistas para desentrañar la ecuación en el caso del apetecible utilitario británico.

e.c.
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En esta ocasión, ABC Motor evalúa qué MINI de los más accesibles de la gama, los Minimalism, con motor de gasolina de 75 CV y sólo 119 g/km (por lo que no paga Impuesto de Matriculación) y OneD con propulsor de gasóleo, como el anterior de 4 cilindros y 1,6 litros, pero con turbo (en vez de aspirado) y 90 CV, del que ofrecemos datos en la parte inferior de la ficha técnica duplicada, resulta más interesante de adquirir, puesto que precio, planteamiento y hasta rendimiento son en gran medida parejos, o al menos alternativos.

Con el coste de la gasolina, ojo, por debajo del gasóleo (según estaciones de servicio, en torno a 1,28 euros/litros la sin plomo 95 por 1,30 el gasóleo A), y valorando los consumos oficiales (5,4 l/100 km de promedio el Minimalism y 3,8 el OneD), hay que completar unos 140.000 km para amortizar los 2.750 euros de más que cuesta el diésel, lo que en muchos casos puede suponer entre 8 y 10 años, que no es precisamente poco.

Claro está, hay otros factores a tener en cuenta. Por ejemplo, la depreciación del OneD, previsiblemente más lenta que la del Minimalism, lo que permitirá venderlo de segunda mano en mejores condiciones a igualdad de antigüedad, y, sobre todo, su mejor respuesta prestacional.

En este sentido, la motorización del Minimalism no puede ser más gratificante para sólo 75 CV. Bien es cierto que a partir de una cilindrada relativamente generosa (1,6 litros), pero en todo caso una fuerza modesta. Pues bien, el coche, dotado entre otros de Stop/Start (desconectable en un botón), y ligado a una caja de cambios manual de seis relaciones y un tacto técnico, suave y muy preciso (una auténtica delicia), permite un andar generoso y solvente en circulación urbana, con buena respuesta a baja velocidad gracias, en buena medida, a lo ajustado de unos desarrollos finales (sexta de sólo 44 km/h) que permiten vivacidad. No sólo consigue una punta de 175 km/h, sino que acelera entre 0 y 100 km/h en unos más que honestos 13,2 segundos, nada mal para un modelo de abierta vocación cosmopolita, pero que se desenvuelve con nota en trazados periféricos.

La cuestión es que el OneD hace todo eso, y además acelera hasta 100 km/h en casi dos segundos menos (exactamente 11,4), con una punta que asciende a 184 km/h, un desarrollo del cambio (también de seis marchas, y también de magnífico guiado) más desahogado para mermar gasto todo lo posible (sexta de 53,8 km/h, con todo bastante apurada), y sobre todo un reprís (capacidad para recuperar velocidad cuando la pierde, por ejemplo al comenzar un adelantamiento) netamente superior, gracias a un par máximo más abultado: 215 por 140 Nm. Es decir, aunque es más ruidoso por su condición diésel (el sistema de parada y arranque automático de motor en semáforos y detenciones resulta más aparatoso, sobre todo con el motor frío), también es más gratificante en términos absolutos, algo que no se mide con la calculadora pero que a los mandos se nota, sobre todo viajando. Tanto es así que el hacer de este OneD invita a desestimar al CooperD de 112 CV como alternativa viajera.

Por lo demás, nuestros protagonistas se benefician por igual de las últimas modificaciones practicadas a la gama hace unos meses, y que entre otros aparejaron un frontal, con nuevo faldón, entradas de aire y proyectores de niebla, ligeramente variado. Lo mismo que la zaga, con bajos rectificados, detalles cromados en el contorno de reflectores y antiniebla… El Minimalism cuenta con unos aerodinámicos tapacubos plásticos cerrados de serie de gusto discutible, aunque por ejemplo en el OneD las llantas también son opcionales (entre 476 y 2.300 euros, con diámetros de 15 a 17 pulgadas).

Por cierto, como es norma en la marca, uno y otro son personalizables hasta el extremo. Así, pueden contar con faros de xenón con capacidad direccional, que no parecen lógicos en una versión como el Minimalism con un precio de partida bastante ajustado para acercarlo en lo posible al gran público, navegador con funciones Mini Connected, tapizado de piel o techo panorámico parcialmente practicable...

Un aspecto en el ambas versiones guardan gran similitud es el ajuste del chasis, pese a la diferencia de peso (20 kg a favor del gasolina). Más progresivo que en sus orígenes, el MINI ya no es tan «castigador» sobre firmes descarnados, y sigue siendo aígil y «ratonero» como si se tratase de un kart de carretera, a veces demasiado si las ruedas no están en buen estado, el firme es poco adherente y la marcha más elevada de lo razonable al llegar a virajes, sobre todo si son muy cerrados.

En todo caso, con una distancia entre ejes o batalla de sólo 2,67 metros y 2,4 vueltas de volante para mover las ruedas entre topes (la dirección es rapidísima), es perfecto para «culebrear» por carreteras sinuosas (ver vídeo adjunto sobre estas líneas), incluso con estas modestas motorizaciones. Aplomados y rotundos al frenar, su cadena cinemática incluye de serie estabilizador DSC (parcialmente desconectable). Eso sí, el aire acondicionado cuesta unos 900 euros, así que los caprichosos ya pueden ir haciendo cuentas y preparando el talonario, porque además como buenos MINI no salenbaratos comparados con la competencia más generalista, que en casi todos los casos ofrece mejores habitabilidad (las plazas traseras del MINI son apropiadas para niños, y poco más) y maletero (muy justo en el modelo británico).

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