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desde el atlántico

Elecciones: la nación existe

La llamada «España plural» no era sino un proyecto sistemático para desnacionalizarla y convertirla en un Estado federal

carlos ruiz miguel

ESTAS elecciones han sido, ante todo, unas elecciones en clave nacional española. A diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, aquí no se ha debatido en clave «regional», cuanto en clave nacional. Dicho de otra manera, estas elecciones han eclipsado o enterrado el mito de la «España plural» creado por el zapaterismo. Y si el resultado de las elecciones es el que pronostican las encuestas (es decir, una victoria arrolladora del PP con resultados especialmente buenos en las provincias vascas y Cataluña) esta conclusión quedará aún más reforzada.

El zapaterismo ha parecido una pesadilla, pero para nuestra desgracia fue real, como nos lo recuerdan dos hechos: la crisis que padecemos y la presencia en las candidaturas de varios de los ministros de los gobiernos zapateristas que son responsables del desastre. Pues bien, ese zapaterismo, ahora putrefacto, articuló su política en torno a la llamada «España plural», que no era sino un proyecto sistemático para desnacionalizar España (la nación «discutida y discutible», según aquel «cráneo privilegiado») y convertirla en un Estado federal. En esos años, el poder zapaterista aceleró la política (iniciada por Felipe González) de sustituir el adjetivo «nacional» por «estatal» en todos los organismos públicos posibles. Y junto a la palabra «nacional» se aceleró la política de marginación de la palabra «España» a favor de la, parece, muy progresista expresión «Estado Español» o incluso de la palabra «Estado» a secas.

La consecuencia de este proceso fue el desmadre autonómico, político y sobre todo económico. El punto culminante de este proceso fue, conviene recordarlo, la aprobación en 2006 del nuevo Estatuto de autonomía de Cataluña, llamado a ser el «faro» de los Estatutos de «segunda generación». Conviene recordar, por cierto, cómo el zapaterismo de Galicia no se cansaba de reclamar una «reforma estatutaria», petición que contó con la irresponsable complicidad de algunos altos personajes del PP, como la actual presidenta del parlamento de Galicia o el actual portavoz parlamentario del PP.

Zapatero ganó las elecciones con dos mentiras: la negación de la crisis económica (acusando de «antipatriotas» a quienes afirmaban su existencia) y la negación de la existencia de la nación española sustituida por el constructor de su «España plural». La realidad puso al zapaterismo en su sitio. La crisis económica sí que existía y su negación nos ha llevado a donde estamos. La nación española sí que existía y su negación nos ha llevado a donde estamos. Por eso, sólo desde la unidad tendremos posibilidad de salir de esta crisis.

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