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ANÁLISIS

El mensaje equivocado

El riesgo es bueno como motor de la economía, pero sin consecuencias resulta pernicioso. Porque los rescates incentivan a seguir con las mismas prácticas: «business as usual»

JUAN CARLOS VALERO

La América keynesiana frente a la Europa monetarista. Dos realidades aparentemente opuestas con distintos mensajes. Para Robert Aumann, Premio Nobel de Economía en 2005, el mensaje correcto en economía debe seguir la máxima latina «si vis pacem, para bellum» (si quieres la paz, prepara la guerra). Aumann ingresó el jueves como académico correspondiente de Israel en la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras (Racef), la única que tiene su sede en Barcelona, y demostró matemáticamente que bajar impuestos aumenta a la larga los ingresos públicos.

El riesgo es bueno como motor de la economía, pero sin consecuencias resulta pernicioso. Porque los rescates incentivan a seguir con las mismas prácticas: «business as usual». Si siempre hay alguien que acaba pagando, se infantilizan nuestras decisiones y desaparece la responsabilidad individual de procurar el bien a los nuestros. Que Hacienda procesara en su día a Lola Flores fue un mensaje correcto para incentivar que todos paguemos impuestos, mientras la ausencia de riesgo (responsabilidades penales) en las decisiones políticas y financieras incentiva a la ciudadanía a emular a sus dirigentes, cual Lazarillo de Tormes en el reino de la picaresca. El pensamiento aumanniano, enmarcado en la teoría de los juegos, resta sentido estratégico al «ahora», a las decisiones de aparente buena voluntad a corto plazo. Aumman defiende que del mismo modo que la búsqueda inmediata de la paz puede conducir al inicio súbito de la guerra, puesto que el enemigo interpretaría tu deseo de paz como debilidad que querría aprovechar, determinadas políticas monetarias pueden provocar efectos indeseables e incluso opuestos al deseado. El puro «ahora» no debe ser importante para los gobernantes.

A juicio del nuevo académico, no se logra estabilidad presupuestaria inmediata simplemente con recortes masivos de servicios sociales y con aumento de impuestos. Aunque parezca el camino más corto, el resultado será que los ciudadanos inhibirán su actividad para evitar el riesgo de pérdidas en un escenario depresivo. Lo que se conseguirá en realidad será una reducción de expectativas que limitará la inversión y, por tanto, cercenará el crecimiento a medio plazo impidiendo cualquier recuperación. Las estrategias a largo plazo, las de toda la vida, contienen el mensaje correcto. De ahí que sea más difícil el engaño en una transacción cotidiana, como comprar el pan, que en la compra única de una alfombra durante un viaje turístico. Jaime Gil Aluja, presidente de la Racef y padre de la teoría de la incertidumbre, pone el ejemplo del panadero que descarta el incentivo de sacarse de encima el pan duro porque, de hacerlo, sabe que el cliente no volverá. Ahora que la tecnología lo permite, votar debería ser como ir a la panadería.

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