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Italia arrastra a Europa hacia el abismo

La incertidumbre sobre la marcha de Berlusconi disparó el precio de la deuda por encima del 7%, con un riesgo país que rebasó los 570 puntos

LUIS M. ONTOSO

Desde el pasado mes de agosto, la economía italiana camina en la cuerda floja de la crisis de deuda, en una posición más peligrosa que su tradicional compañera de viaje, España. Para acallar a los inversores, el Gobierno de Silvio Berlusconi lleva desde entonces anunciando medidas que nunca llega a poner en marcha. Pero los mercados han perdido ya la paciencia, y ni siquiera el anuncio de su marcha les ha parecido suficiente. La mera continuidad de Berlusconi como primer ministro ha sumido a la zona euro en una nueva vorágine.

Se encienden, otra vez, las alarmas y la economía mundial se declara en estado de emergencia: la prima de riesgo italiana —el diferencial con el bono alemán a diez años, considerado el referente de solvencia— escaló ayer a media sesión hasta los 570 puntos básicos, lo que supone una rentabilidad del 7,432%. Al cierre de los mercados se situó en 550, aliviada por los rumores de que el Banco Central Europeo (BCE) estaba comprando en masa bonos italianos.

Las Bolsas, que se desplomaron al unísono —un 3,8% en Milán, un 2,09% en Madrid, un 2,1% en Fráncfort, un 2,2% en París y un 1,9% en Londres— tampoco prestaron excesiva atención a las palabras del presidente de la República, Giorgio Napolitano, quien insistió en que el cese del «premier» no generará «un prolongado periodo» de inactividad gubernamental o parlamentaria. «No existe duda sobre la decisión del presidente del Gobierno de presentar su dimisión del Ejecutivo. Tal decisión se hará operativa con la aprobación de la ley de Presupuestos para 2012», zanjó en un comunicado.

La situación es especialmente grave porque a la UE se le acaba el margen de maniobra. Grecia, Irlanda y Portugal cayeron con cifras similares a las que ahora registra Italia (550, 544 y 517 puntos básicos, respectivamente). Y, mientras tanto, la Comisión Europea se resigna a observar desde la distancia el incendio en Roma. Consciente de que no puede urgir a la formación de un gobierno de coalición, como ya hizo en Grecia —dado que Italia no recibe asistencia financiera de la eurozona—, el portavoz de Asuntos Económicos del ejecutivo comunitario, Amadeu Altafaj, se limitó a constatar que el comisario Olli Rhen «estaba preocupado ayer (por el martes) y continúa preocupado hoy».

Si la UE no da el paso de acudir a su auxilio es porque los mecanismos de rescate acordados hasta la fecha resultan inservibles para una economía de las dimensiones de Italia. Los cortafuegos que han improvisado los Veintisiete, el fondo de rescate (EFSF), dotado inicialmente con 440.000 millones de euros, se quedan cortos ante una eventual intervención de un país cuya economía es casi tres veces superior a las de Grecia, Portugal e Irlanda juntas.

La UE, enmudecida

Como única respuesta hasta la fecha a la crisis italiana, el ejecutivo comunitario ha enviado un equipo de inspectores de la Comisión y del BCE, que comenzó ayer sus labores de asesoramiento a las autoridades italianas en la puesta en marcha «in extremis» de los ajustes. En la última cumbre de los líderes de la zona euro, Bruselas pactó, además, la ampliación del fondo de rescate hasta el billón de euros, gracias a un mecanismo que permitiría la entrada de capital procedente de los países emergentes. Su aplicación aún está en el aire y, aunque la medida llegara a buen puerto, no es seguro que insuflara tranquilidad en los mercados: los analistas cifran el rescate italiano en casi dos billones. Además, el naufragio de Italia, previsiblemente, avivaría la tormenta en España.

Sin muchas más alternativas para mitigar la inestabilidad, el Consejo de Expertos Económicos de Alemania sugiere al Gobierno de Angela Merkel que los países de la zona euro transfieran a un fondo de reintegros la deuda que sobrepase el umbral del 60% del PIB, a cambio de mayores recortes y poniendo como garantía sus reservas de oro. «Creo que hay una serie de problemas constitucionales y que se necesitarían muchas modificaciones en los tratados europeos», respondió la canciller. Demasiado tiempo en un contexto en el que la espera resulta letal.

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