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a cotnracorriente

Cataluña, Portugal y Galicia

Uno ha echado en falta comentarios desde Galicia que fueran más allá del tópico de la España cerril

andrés freire

AÚN se prolongan las reacciones al exabrupto de Peces-Barba, aquel en que comentaba que a España le hubiera ido mejor con Portugal que con Cataluña.

En esta era de libertad de expresión, somos conscientes de cuáles son sus límites: puedes opinar lo que quieras, siempre que no molestes a nadie. Algo difícil de conseguir cuando existe una muchedumbre de gentes que vive de estar constantemente cabreada. Nuestros amigos los catalanes son en ello líderes. Ellos pueden decir cualquier cosa (Chacón el otro día: la derecha española odia a Cataluña porque ésta va a la vanguardia), pero que nadie se atreva a impugnar los tópicos catalanistas, que se convierte en enemigo de lesa patria.

Peces-Barba ha recibido, sin embargo, alguna respuesta inteligente: España nunca escogió entre Portugal y Cataluña; sólo fue capaz de retener en la unión a la segunda. Alguien hubiera podido añadir que, en caso de escisión catalana, Cataluña se hubiera convertido en lo que hoy es Portugal: nuestro querido país hermano. Personalmente lo dudo, pero a lo mejor cuela. Sin embargo, la Cataluña oficial ha preferido ser fiel a sus costumbres de exaltada indignación e insultos unánimes.

Dicho esto, recordemos la obviedad: nada hay más imposible que la contrahistoria. Es más, si hemos de señalar en qué momento la España mediterránea (con el Levante) venció a la atlántica (con Portugal), quizás habría que retrotraerse a la batalla de Toro (1476), cuando los portugueses, defendiendo a Juana la Beltraneja, fueron incapaces de derrotar a los Reyes Católicos. Poco después, Portugal creaba su propio imperio y ya era tarde para asimilarla sin problemas.

Uno ha echado en falta comentarios desde Galicia que fueran más allá del tópico de la España cerril. Al cabo, la escisión portuguesa la sintió nuestra tierra más que ningún otro territorio, al quedar aislada en la cornisa y malamente comunicada con la meseta. La guerra portuguesa tuvo además aquí uno de sus frentes más terribles. Plazas que cambiaban de manos, soldadesca más peligrosa que el enemigo, y una invasión lusa a sangre y fuego, cruzando el Miño en Goyán, que apenas pudo ser contenida a las afueras de Vigo.

Por cierto, ¿dónde estaban mientras tanto las afamadas tropas gallegas? ¿Acaso defendían nuestras tierras e intereses sojuzgando a los portugueses? Ni mucho menos, estaban llevando a cabo sus hazañas allá en Flandes. Y en el fondo, este dato nos da una de las claves del famoso «Problema de España». Tal como afirmaba la historiografía liberal del XIX, los reyes Austrias no defendieron los intereses de la nación española, sino los de su imperio. Les importaban más Flandes y Nápoles que Portugal. Ese es el pecado original que nunca nos hemos sacado de encima.

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