Miss cocaína, a la cárcel
De «Reina del café a Reina de la Coca». Ambos títulos pertenecen a Angie Sanclemente Valencia, la modelo colombiana de 32 años o «narco modelo», que pasará los próximos seis años y ocho meses de su vida en la prisión de mujeres de Ezeiza, muy ... cerca del aeropuerto internacional de Buenos Aires que utilizaba para distribuir decenas de kilos de cocaína a México, España y otros destinos de Europa.
Cayeron todos. De uno en uno y de una en una, aunque las sentencias no son iguales. El peso de la ley es plomizo para Angie, «el nexo internacional» de la organización, según los jueces. Pero los arrepentidos, condenados a tres años «en suspenso», lo sienten como una pluma. Se trata de los argentinos Ariel Letizia y María Noelia López Iglesias. Ella, de 22 años, es una escultural modelo, la primera atrapada con 55 kilos de «nieve». La muchacha «cantó» los nombres de sus compañeras de pasarela en cuanto le echaron el guante. También el de la cabecilla de la red de guapas que hacían de «mulas» o «camellos» en el puente aéreo internacional de la droga.
Para sorpresa de los colombianos, la jefa de la banda resultó ser Angie, la mujer que se definía a sí misma unos años antes como «una niña que quiso cumplir un sueño sin perjudicar a nadie». Entonces, apenas dos días después de ser elegida Reina Nacional del Café, había perdido su corona por ocultar que estaba casada. Las normas del concurso de belleza advertían claramente que las aspirantes debían ser solteras. Angie, morenaza de ojos azules, se defendió: «Me casé y me divorcié, así que —razonó— era soltera». El escándalo la llevó a los principales canales de televisión, donde ella repetía la misma historia y protestaba: «No sé por qué dan tanta trascendencia a esto con los problemas de la guerrilla, los secuestros y el narcotráfico que hay en Colombia».
De su primer marido, el comerciante Alejandro Velásquez, en su pliego de descargos, dijo: «No consumamos… Fue un matrimonio que nunca llegó a cabalidad» porque «nunca tuvimos luna de miel, ya que él se fue a su casa y yo a la mía». De su segundo no ha hablado en público, pero los medios de comunicación lo presentan como «El monstruo», un narcotraficante mexicano que le enseñó todo lo que sabe de los polvos blancos.
La historia de Angie cruzó fronteras cuando logró zafarse de Interpol y de la Policía argentina. Durante cinco meses, pese a estar escondida en Buenos Aires, logró darles esquinazo. Finalmente, la vanidad la traicionó: En mayo colgó unas fotos suyas en Facebook. Teñida de rubio, con varios kilos de más para pasar inadvertida, la ex reina de la belleza fue a dar con sus huesos en la cárcel.
Durante el juicio insistió en su inocencia: «Mi único crimen fue enamorarme». Lo dijo recordando a su novio, Nicolás Gualco. Él, condenado a pasar el mismo tiempo que ella en prisión, la exculpó. Angie repitió entonces, como una letanía, que vino a casarse. Nada más. «No vine acá a delinquir, no soy ninguna narcotraficante. Nunca pensé que Nico (en alusión a Gualco) se pudiera meter en cosas raras».
«Quería ser muy importante», declaró su profesora de modelaje, Nury Rodríguez, a la caena CNN. Hoy, por fin, Angie puede estar segura de que lo es.
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