fragua histórica
Lugo, Zapatero y el talante
Es el final de una etapa, de un ciclo y el comienzo de una difícil travesía en el desierto, sin liderazgo y sin saber muy bien si refundarse, cómo y quién
abel veiga
TAL vez con años de retraso volvió el presidente del gobierno a Galicia, volvió a Lugo, salvo alguna que otra fugaz aparición. Habló del final del terrorismo, habló del pasado, del presente y de un futuro donde ya no será protagonista. Es consciente del veredicto ... que el presente inmediato está haciendo de él. Entonó una débil autocrítica. Se siente responsable de los cinco millones de desempleados, de sus dramas, de sus tragedias personales. Y pasó página a lo hecho, justificó en el futuro del estado de bienestar los recortes de las políticas sociales y públicas. Pero en este momento ni Lugo, ni Galicia, ni España entienden ni atienden a justificaciones. Quiere asumir sus responsabilidades hasta el último minuto, pero ha llegado demasiado tarde a ese tren embalado a toda velocidad.
Argumento que su línea de gobierno se ha guiado por mantener el máximo de cohesión social, de paz social a pesar de la dura crisis manteniendo las políticas sociales para hacer más llevadera la pérdida de puestos de trabajo. Aseveró que se invirtió hasta el límite, pero que tuvo que aplicar ajustes para mantener en el futuro en estado de bienestar finalizando con el slogan quizás más demagógico e inconsistente y que nadie tendrá en cuenta a la hora de votar en apenas veinte días que, en estas elecciones se dirimen cosas tan importantes como apostar decididamente por el futuro de la UE. Nadie votará pensando en nada más importante que la sensación de deriva, cataclismo y pesimismo.
José Blanco que atraviesa uno de sus peores momentos políticos en el final de su etapa como ministro y con un futuro incierto en Galicia como estrategia a medio plazo, volvió a la idea central y recurrente de estas semanas, lo que el gobierno Zapatero hizo por Galicia y lo que hizo el de Aznar del que formaba parte quién sin duda alguna será presidente del gobierno en mes y medio. Las inversiones. Pero a la hora de votar pesan y de qué manera cinco millones de parados, una segunda recesión, un estancamiento total y la sensación cierta de inoperancia, de ir a remolque, de inefectividad del gobierno Zapatero.
Ha llegado para Lugo, para Galicia, para España la hora de las reformas, la hora de los recortes, la hora de explicar muchas cosas y de asumir responsabilidades. De poco o nada sirve ahora tratar de sacar pecho por lo realizado. Los socialistas gallegos han arropado a su presidente y secretario general. Es el final de una etapa, de un ciclo y el comienzo de una difícil travesía en el desierto, sin liderazgo y sin saber muy bien si refundarse, cómo y quién. Contrasta la imagen con la sobriedad de San Francisco en Santiago, donde los populares aun conteniendo la euforia y la responsabilidad de saberse próximo gobierno, desvelan y debelan a cuentagotas su programa. Que lo critique, devalúe, contradiga o tache de ambigüedad permanente y constante Pérez Rubalcaba, Zapatero o Blanco, a pocos importa y ni siquiera los mil quinientos fieles reunidos en el auditorio Gustavo Freire de Lugo. Orozco recordó aquella frase de un novato Zapatero «el talante forma parte del proyecto», pero ¿cuál fue ese talante y cuál ese proyecto?
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