«Lloraré las penas», sin patada
Todas las entradas agotadas para ver a David Bisbal en el Teatro Real de Madrid, con diez años ya de carrera
ROSA BELMONTE
Aquí no le vamos a ver ni los rizos», dicen unas chicas emperifolladas que habían pagado 80 euros por una localidad en la segunda planta del Teatro Real de Madrid. 130 les había costado a las del patio de butacas. Todas agotadas para ver a ... David Bisbal , con diez años ya de carrera. Porque 2001 fue el de la odisea del espacio, el del 11-S y el de OT.
Poco antes de las ocho, David Bisbal salía por el vestíbulo y se santiguaba. Para ponerse delante de la prensa. Con un esmoquin de Dsquared, zapatos de charol, sin corbata, el almeriense se mostraba nervioso por actuar en «la catedral musical de nuestro país». Prefiere «diez teatros antes que un estadio, por el caché, por la elegancia» . A veces se pone en modo Mar Segura, su paisana. Por el caché, por la elegancia. Esa que llevó a algunas de sus fans a vestirse de Nochevieja. O de Halloween. Antes del Real, esta gira acústica lo ha llevado al Liceo. Y antes que a Bisbal, el Teatro Real ha acogido al Festival de Eurovisión, a Paco de Lucía, Farruquito, Pasión Vega o Alejandro Sanz. Bisbal no es menos que Sanz. Ni en el Real ni en Twitter ni en las pirámides.
El ahora crooner cantaba sus grandes éxitos con nuevos arreglos (el «Ave María», a ritmo de swing, duduá). Cuando sale al escenario, el artista se para al borde del escenario como Manolete recibiendo. «Voy a presentar a un David diferente, más calmado, será un viaje a través del tiempo y el amor» , dice.
Su repertorio y canciones de siempre. Presenta «Te quiero dijiste»: «¿Te imaginas que ahora dijéramos “muchequita linda, de cabellos de oro”…». «Si lo dices tú….», se desgañita una. Llega «Lloraré las penas» y no hay patada. Como si no hubiera Casera. El David diferente estaba calmado, casi ahogando la voz. Haciéndose el Bisbal encima. Parecía llevar plomo en los zapatitos de charol. Pero la gente disfrutaba igual y le cantaba «Tú sí que vales». Para «Cómo olvidar», alguna vuelta, un movimiento se-xy, un golpe de pelvis, una pierna a la derecha, otra a la izquierda. Bisbal por fin. Con «Sin mirar atrás» preguntó: «¿Vamos arriba o no?». Antes de los bises, acabó con «Silencio» «versionada a balada». «Si la reconocen, síganme», dijo sobrado. Sabe que esas chicas reconocerían «Aquí te pillo, aquí te mato», cantada del revés.
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