«Invito a todos a pensar cuánto vale la vida de un cooperante»

El camino no ha sido fácil. Garayoa, igual que los cuatro españoles que permanecen secuestrados en la actualidad ( dos capturados en Argelia y otros dos en Kenia ), vivió en persona la cercanía de una muerte temprana. El 14 de febrero de 1998, solo un año después de comenzar la aventura del voluntariado internacional, cayó en manos de la guerrilla del Frente de Unión Revolucionaria (R.U.F).

«El secuestro me marcó para siempre. Tenían planeado fusilarme el 25 de febrero a las dos de la madrugada , pero pararon la ejecución», cuenta el misionero a ABC en conversación telefónica. Para sortear la muerte, Garayoa rezó mucho e hizo una promesa: si lograba sobrevivir , serviría al pueblo de Sierra Leona al menos cinco años más. Hace ya seis años que cumplió su palabra y hoy le toca orar por los cooperantes españoles secuestrados. «Se cómo se sienten cada minuto del día. Desde aquí animo a sus familias a pensar que su vida está en manos de Dios, como estaba la mía», dice.

A la pregunta de cómo deben actuar el Gobierno y las ONG en los raptos de españoles, el agustino apunta a la necesidad de que todos pensemos «cuánto vale una vida dedicada al servicio desinteresado con los más débiles». «No sé si hubo conversaciones durante mi secuestro o si pagaron dinero por mí o no», subraya.

Tras el suceso, Garayoa «gastó su cuota de miedo» y en la actualidad sigue cooperando en Kamabai (Sierra Leona). Dice que lo que le mueve es la fe, que sin ella, la filantropía se le habría acabado «tras la tercera malaria» . Por ello, sigue con su entrega en cuerpo y alma a coordinar los trabajos de la «vida misionera»

Los proyectos de la misión de Kamabai van dirigidos a mejorar la Educación y la Sanidad como ejes principales. Cuatro de cada diez niños se mueren antes de cumplir diez años en Biriwa Chiefdom, la región en la que se encuentra la misión. Además, dos de cada ocho mujeres fallece dando a luz. Para paliar estos problemas, los proyectos de la misión agustina se centran en la actualidad en contruir una clínica que permita atender en mejores condiciones de salubridad a los pacientes y que los partos tengan lugar en un recinto médico.

La igualdad entre hombres y mujeres es otro de los temas que más preocupan a Garayoa. Han montado una asociación contra la ablación genital femenina y visitan diferentes aldeas para informar a los jefes de la aberración que supone esta práctica. «En una familia africana, los primeros que comen son los hombres , también los que van a la escuela si hay dinero. Las mujeres sirven para criar hijos que son vistos como la futura mano de obra de la tierra», relata.

Por ello, Garayoa da prioridad a la mujer a la hora de conceder una beca. «Solo formando líderes para el futuro podremos hacer que el país salga del subdesarrollo». Otra de las maneras es seguir trabajando por los pobres desde Occidente y para ello hace un llamamiento a potenciales voluntarios, creyentes o no y de cualquier profesión.

La recompensa tiene que ser valiosa. «Todos vuelven con el virus de África en las venas, un virus para el que no hay más cura que seguir sirviendo a los pobres. ¡Bendito virus!», sentencia el misionero.