Cinco cosas que debes saber sobre las agencias de calificación

Hasta hace poco, salvo en círculos financieros especializados, las agencias de calificación de riesgos o agencias de «rating» eran unas grandes desconocidas, pero la crisis económica y las turbulencias que azotan a los mercados de todo el mundo, ha llevado a que ahora copen todos los titulares y a que cada uno de sus informes sea una noticia de impacto.

Para el ciudadano de a pie se perfilan como entes extraños, tan poderosos como desconocidos.

Las agencias de calificación son corporaciones que tienen su negocio en la emisión de informes en los que analizan el nivel de riesgo que puede llevar asociado una inversión. Bajo su escrutinio están tanto entidades públicas como privadas. En los últimos tiempos asistimos a un rosario de informaciones sobre la valoración que estas agencias hacen de la solvencia de la deuda del Estado, de las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos y los bancos españoles . Los dictámenes de las agencias influyen sobre el comportamiento de los inversores en los mercados, ya que con base en ellos se hace una idea de cuál es el riesgo de la inversión en la que van a embarcarse y, en consecuencia, la rentabilidad que pueden exigir por ella.

Las tres principales agencias de calificación del mundo están radicadas en los Estados Unidos . La más antigua y que tiene una mayor cuota de mercado es , fundada en 1860. Las otras dos firmas más relevantes son la agencia Moody´s , fundada por el inversor John Moody en el año 1909. También es estadounidense la tercera en discordia, Fitch, fue fundada en Nueva York en 1913 por John Knowles Fi tch . Las tres grandes nacieron en el entorno de Wall Street.

Los analistas de las agencias analizan todas las variables econométricas para determinar cuál será la evolución futura del escenario y su incidencia en los mercados financieros y los títulos de deuda. Cada una de ellas tiene su propia escala de calificaciones . Su criterio sirve a los inversores y a los emisores de activos financieros para fijar la rentabilidad que debe ir asociada a los mismos. Los informes periódicos de las agencias pretenden ser una guía en este sentido.

No, no le tienen tirria a España. La rebaja en la nota por parte de una agencia de calificación suele ir acompañada, en cuestión de días, como ha ocurrido esta vez, de pronunciamientos similares por parte de sus competidoras. Si la semana pasada fue Fitch la que bajó en dos peldaños la nota de la deuda española, ahora llega la bofetada de Standard & Poor´s. Previsiblemente, Moody´s será la última, ya que recurre a métodos de cálculo más a largo plazo para establecer el «rating». La deuda española, en cualquier caso, sigue siendo de fiar para las agencias. Para Standard & Poor´s la deuda soberana española sigue siendo un activo recomendable, una inversión segura y de calidad. El problema es que, como le ha ocurrido a otros estados de la zona euro, España está pagando las incertidumbres en torno a Grecia y la tempestad que arrecia sobre el entramado de la moneda única en su conjunto. Problemas específicos de la economía española que tienen en cuenta los calificadores para sembrar de dudas el futuro son la insoportable tasa de desempleo, que, unida al elevado endeudamiento del sector privado, derivan en un consumo y un crecimiento mortecinos. En resumen, dos circunstancias bien perceptibles a pie de calle en España. ¿Quién no conoce a alguien en paro o hipotecado hasta las cejas? A todo esto se suman las dudas en torno a la banca española ante el inminente proceso de recapitalización que se anuncia.

Las agencias de calificación han sido objeto de muchas críticas desde que se mostraron totalmente incapaces de prever el colapso del gigantesco banco de inversión Lehman Brothers , crisis que supuso el detonante del marasmo financiero internacional en el que todavía nos hallamos. Nadie en las agencias alertó de la insostenibilidad de un sistema construido con pilares tan dudosos como las hipotecas «subprime».Son muchas y muy reputadas las voces críticas que se han alzado contra el oligopolio que de facto ejercen las tres grandes agencias, a las que acusan de parcialidad. Aunque hay más de setenta agencias de «rating» a nivel mundial, los tres gigantes estadounidenses son, de momento, colosos inamovibles. Destacados dirigentes europeos llevan tiempo abogando por la creación de una agencia de calificación independiente. De momento, solo palabras.