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Dos jaboneros

Los toros de Prieto de la Cal, encastados, no dan facilidades; los diestros despachan la papeleta con dignidad en El Pilar

Dos jaboneros FABIÁN SIMÓN

andrés amorós

Prieto de la Cal es, para los buenos aficionados, una valiosa reliquia , olvidada por las figuras. (Vean el número de «Tierras taurinas», de André Viard, dedicado a la casta vazqueña). Los toros de esta tarde, serios, encastados, no dan facilidades. Los tres diestros despachan la papeleta con dignidad, sin brillo.

Hermosa estampa luce el primero, uno de los míticos jaboneros; además, embiste bonancible. Robleño muletea con buen oficio , aprovechando las cortas arrancadas. Mata a la segunda: le ovacionan, igual que al toro. El cuarto, de Alcurrucén, derriba al caballo, se hace el amo. Es incierto, reservón. Fernando se pelea por bajo, aguanta parones, saca naturales meritorios. Pincha antes de una estocada fulminante.

El segundo, otro jabonero, resulta muy complicado: pega arreones, echa la cara arriba, al final de cada muletazo. Alberto Aguilar abrevia, mata con decisión. Con la espada clavada, el toro persigue al matador, lo desarma dos veces. El público se pone de parte del toro. Brinda el quinto a la cuadrilla: con esfuerzo, se libra de las tarascadas. Hace lo que puede, que es poco. Mata de gran estocada , atracándose de toro.

El tercero queda muy corto, soso, se duerme. El aragonés Carlos Gallego está aseado , sin resolver las dificultades. Mata bien, cruzando limpiamente. El último humilla pero flojea. Lo brinda al Soro , muy ovacionado. Luce su buen estilo en naturales (el toro busca, por la derecha) pero se nota que ha toreado poco: demasiado trago para la segunda corrida de la temporada.

Me quedo con la bella estampa —mejor que el juego— de los dos jaboneros. Parecen sacados de una estampa antigua. Hasta hace poco, en esta Plaza, una estatua de Goya ocupaba una localidad. El aragonés más universal era un apasionado de la Fiesta, firmaba como «don Francisco, el de los toros». En el Museo Camón Aznar he visto sus grabados: en uno, «Lluvia de toros» o «Disparate de toritos», las reses llenan todo el cielo; otro, lo titula «Diversión de España», (aunque lo ignoren Julia Otero, Pilar Rahola y algunos más) . A Goya le hubiera encantado dibujar estos dos preciosos jaboneros.

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