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ABC Cultural

CONTUNDENTE Y A QUEMARROPA

MANUEL VILAS

Si algo no tiene sentido aplicar a la muerte del escritor aragonés Félix Romeo (Zaragoza, 1968) es el consabido «descansa en paz». Es imposible pensar a Félix Romeo muerto ni descansando en paz. Todos quienes lo conocían saben que es imposible pensar en un Félix ... Romeo eternamente callado y ausente. Conocí a Félix Romeo en la Zaragoza de 1988. Él tenía diecinueve años. Tengo delante unas fotos que nos hicimos en un parque. Era ya un devorador de libros. Recuerdo que en aquella época Félix leía a Rimbaud. Comenzamos a escribir crítica literaria juntos en el extinto periódico El Día de Aragón . Discutíamos mucho de literatura. Félix fue un polemista ardiente toda su vida. Una de sus grandes virtudes como crítico literario era su sinceridad a quemarropa. Sus últimas reseñas eran contundentes. Sus gustos eran contundentes. Razonaba siempre desde ángulos tan inesperados como brillantes. Como crítico literario, como intelectual, como columnista, predominaba en él la pasión desbordante y el vitalismo, y al final de su vida estaba muy comprometido con los valores de la democracia y de la libertad. La democracia era un tema muy querido del Félix Romeo polemista.

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