Aparece un Goya desconocido en el museo de Ciencias Naturales

El cuadro representa al exótico animal, llegado de Buenos Aires y que fue regalado a Carlos III en julio de 1776. La osa fue trasladada a los Jardines del Buen Retiro, mientras se encargaba que fuese retratada bajo la dirección de Anton Raphael Mengs, a la sazón primer pintor de cámara.

Según la información, el cuadro se asignaba a un artista anónimo del taller Mengs. Sin embargo, según el artículo, las similitudes estilísticas con los paisajes de los cartones para tapices pintados por Goya en esas mismas fechas, así como las actividades que mantenían ocupados a los otros discípulos de Mengs, han llevado a Javier Jordán de Urriés a asignar la pintura al genial aragonés.

El hallazgo no ha provocado unanimidad entre los especialistas. Algunos historiadores consultados por ABC no consideran incontestable una investigación como esta porque ni está demostrada la pertenencia de Francisco de Goya al taller de Mengs ni las coincidencias son concluyentes.

El estilo de un periodo formativo iguala a muchos artistas de la época que trabajan con maestros conocidos. Por último, destacan que no podemos reducir la historia del arte a discernir si tal o cual pintor conocido dio más o menos pinceladas en un lienzo. «Lo importante es la pintura, no de quién era el pincel», dicen.