arte
«Post-it City»: Ciudades que se hacen y deshacen
CentroCentro de Madrid acoge «Post-it City. Ciudades ocasionales», una muestra con un total de 53 proyectos sobre la ocupación temporal de espacios públicos
Muchos pensarán que un post-it –ese trozo de papel amarillo que hay en casas, oficinas, papelerías, y que la mayoría pronuncia pósit– solo sirve para que tu madre te recuerde que tienes que ir al médico, para apuntarte algún teléfono importante, o para que tu pareja te deje algún mensaje romántico antes de que te despiertes. Sin embargo, otros van mucho más allá y con él crean un concepto, extrapolable al arte, sobre las ocupaciones temporales del espacio público. Es el caso de la exposición que acoge CentroCentro: Post-it City. Ciudades ocasionales. El proyecto –cuyo comisario es Martí Perán – es una coproducción del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona ( CCCB ) y Acción Cultural Española (AC/E), que se podrá visitar hasta febrero de 2012.
¿Qué es el fenómeno «post-it»?
Muchos se preguntarán qué significa este término cuando se aplica a una ciudad y no se trata del papelito amarillo. El concepto post-it city fue acuñado por Giovanni La Varra en su libro Mutations (2001) para designar distintas ocupaciones temporales del espacio público, las cuales generan una nueva forma de urbanismo, de estética y de arquitectura. Al igual que un post-it, estas ciudades aparecen y desaparecen sin dejar un rastro visible, aunque sí ideológico o sociológico. Por definición, su función estructural es efímera, aunque precisamente esta investigación y su posterior exposición tratan de reflexionar sobre la hiperregularización del espacio público. En palabras de Martí Perán, «Post-it City sale de los límites, de lo categórico, de lo imprevisible. Su función es descategorizar todos los prejuicios a la hora de pensar en el espacio público; es decir, cómo comportarse, cuándo y dónde nos podemos tocar o besar, etcétera».
El proyecto reflexiona sobre las categorías que regulan el espacio público
Así pues, el proyecto Ciudades ocasionales investiga los modos en que la subjetividad se apropia de lo urbano diseñando unas microciudades temporales «líquidas». Fluyen de la misma manera que el agua, van y vienen por todo el mundo, aunque, igual que el agua, tienen la capacidad de solidificarse, congelarse, en determinados lugares, y tener repercusiones políticas, económicas y sociales . Son, como explicó la presidenta de AC/E, Charo Otegui, ciudades que se hacen y se deshacen , que se montan y se desmontan.
De Barcelona a Madrid
El proyecto nació en Barcelona en 2005 , fruto de un archivo compuesto por distintos casos de estudio cuyas investigaciones han sido desarrolladas por arquitectos, artistas, colectivos o universitarios, entre otros. La idea tiene su raíz en 2004, cuando se debatían en Barcelona las leyes del civismo. Aparecen, entonces, nuevos códigos de exclusión social, nuevas necesidades, nuevas capacidadesy nuevas formas de vivir. Todo en un núcleo muy reducido: la ciudad. Al ser una investigación/exposición itinerante, se ha enriquecido y ampliado en cada lugar del que se ha nutrido, como, por ejemplo, Los Ángeles, Nueva York, Hanoi, Santiago de Chile, Sâo Paulo, Cádiz, Buenos Aires, Viena, Berlín, El Cairo, Nairobi o Tijuana.
Algunas obras elogian la arquitectura anónima y bajo coste frente a la de autor
Ahora llega a Madrid, tras recorrer medio mundo, y lo hace con proyectos como Border Suburbias, que trata los movimientos en Tijuana (México) de sur a norte y, de nuevo, de vuelta al sur. Y es que en la frontera entre ambos «polos» hay un suburbio con basura y desechos del «Primer Mundo». Muchos mexicanos viajan de sur a norte, recogen materiales y vuelven al sur para utilizarlos en la construcción de sus casas. «Este proyecto es un elogio a la arquitectura anónima, de baja intensidad y bajo presupuesto, frente a la arquitectura chillona, de autor y alto presupuesto», explica Martí Perán.
Sin embargo, hay muchos más proyectos para ver y reflexionar hasta el 19 de febrero. Desde el movimiento 15-M en Madrid hasta un gimnasio debajo de una autopista en Sâo Paulo, pasando por los cementerios de «angelitos» –alegres y coloridos– en Santiago de Chile. Todos ellos, lugares que escapan a la legalidad porque son espontáneos; de ahí que, según Perán, «no pueden ser declarados ilegales, sino, en todo caso, alegales».
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