Investigan si el robo en casa de la anciana fue una puesta en escena

El Grupo VI de Homicidios está llevando el crimen de la calle de Gaztambide con extrema cautela. Amalia García Gans, la millonaria asesinada, era una mujer de costumbres rígidas. Una de ellas era cobrar en efectivo las rentas mensuales de los muchos inmuebles y locales comerciales que alquilaba. Personas de su entorno creen que fácilmente podía obtener unos 20.000 euros al mes con este negocio. Acumulaba ingentes sumas de dinero en su propia casa durante unos días hasta que lo depositaba en el banco.

Una de las líneas de investigación, la principal, va por ahí: el robo. El piso estaba muy revuelto. Los cajones de toda la casa estaban abiertos y su contenido esparcido por el suelo. El cadáver de la septuagenaria se encontraba detrás de la puerta de entrada . Tenía cinta adhesiva en las manos, las piernas, en la boca y en el cuello. Y, junto a ella, su bolso, con la documentación fuera. Pero hay un detalle que hace dudar a los investigadores: Amalia era muy desconfiada. Así que debía de conocer a quien o quienes le dieron muerte, hasta el punto de que les franqueara la entrada.

En caso contrario, todo podría responder a una «puesta en escena», para simular un robo que acabó en muerte. Si así fuera, el móvil del robo perdería fuerza a favor de otros, quizá una venganza. «Apenas se han echado en falta grandes cosas», según fuentes del caso. Una muestra del carácter receloso de Amalia: el pasado invierno pidió a un comerciante vecino entrar a su casa desde su negocio. «Es que hay uno con muy mala pinta en la puerta, y no me fío» , dijo. Pese a su carácter reservado, tenía cierta amistad con algunos vecinos y trabajadores. También tenía una amiga de Alemania que la visitaba y con quien iba a su casa de Ávila. A Amalia la vieron viva por última vez 48 horas antes de que la encontraran muerta.

El informe preliminar de la autopsia apunta a que la etiología de la muerte fue violenta. Tenía contusiones en la cabeza por golpes, aunque no se descarta la asfixia. Según ha podido saber ABC, el cadáver de la víctima presentaba sangre reseca en el cuello, procedente de las heridas provocadas en el cráneo. Lo que está descartado ya es que no la apuñalaron ni la dispararon.

Con todo, muestras de sus vísceras han sido enviadas al laboratorio de toxicología, para su análisis. Este estudio suele tardar semanas en estar listo y permitirá descartar cualquier otra causa del fallecimiento, como el envenenamiento, por ejemplo.

Los resultados serán enviados al titular del Juzgado de Instrucción número 13 de Madrid, que ha decretado el secreto de las actuaciones.