ópera
«Los cantantes jóvenes han perdido la paciencia»
La mezzosoprano Daniella Barcellona reflexiona en voz alta sobre Rossini y el futuro del mundo de la lírica
JOSE LUIS JIMÉNEZ
— ¿Sigue siendo la Escuela de Pesaro una garantía rossiniana?
— Absolutamente. En Pesaro sólo se representan las ediciones críticas de las óperas de Rossini, después de un trabajo de investigación sobre partituras y manuscritos del autor, es una labor que lleva años. Esta temporada ... se ha programado la Adelaide de Borgogna , que no se ha cantado hasta que se publicó la edición crítica. Pesaro es una referencia desde el punto de vista de la interpretación rossiniana, de respeto a lo que escribió. Es una gran responsabilidad cantar allí.
— ¿Hay una nueva generación de cantantes rossinianos?
— Está saliendo una nueva hornada de jóvenes, sí. Lo que ocurre es que es un momento delicado para la ópera, y más en Italia, y veo tantos jóvenes que no tienen posibilidad de empezar una carrera... Si antes era difícil, ahora lo es todavía más. Pero la Academia Rossini de Pesaro sigue dando cantantes que consiguen gran éxito en cada temporada, y continúa una labor iniciada hace muchos años, que es enseñar a cantar un autor como debe ser, en su estilo correcto, con la justa medida.
— Hace apenas una semana, el maestro Leo Nucci lamentaba que se estaba perdiendo la escuela italiana de canto. ¿Coincide con esa visión?
— Creo que sí. Ya apenas quedan maestros de canto, y además que los jóvenes cantantes tienen demasiada prisa por debutar y pocas ganas de estudiar. Se quiere hacer carrera de pronto, cantar papeles principales inmediatamente. Se ha perdido la paciencia. Esto no es positivo. Yo me inicié diciendo dos palabras en un teatro, estudiando, estudiando y estudiando. Y sin estudiar no se va a ningún sitio. Tengo siempre en mente una frase de Joan Sutherland: «Con 64 años, todavía estudio». El cuerpo cambia, nuestra vida cambia, y hay que adaptar las exigencias técnicas al físico cuando se es joven, cuando se tiene una cierta edad y el físico ya no acompaña. Hay carreras que acaban en cinco años por la falta de esta base sólida. Deseo que de esto que está ocurriendo se saquen enseñanzas, se dé un paso atrás y se tenga humildad y paciencia para estudiar.
— Se ha forjado como cantante en el llamado «Rossini serio». ¿Es posible que aun hoy no se conozcan óperas como Tancredi , Semiramide o La donna del lago ?
— Todavía si, y además a mi juicio, el «Rossini serio», desde el punto de vista compositivo, musical, es mucho más interesante a los títulos bufos como Il barbiere di Siviglia o La Cenerentola . Son óperas de una gran altura, pero esa ópera seria hace reconocer en Rossini a un autor de gran talento. Guillermo Tell es un trabajo que casi no parece de Rossini, por su modernidad y complejidad, que no se encontraban a menudo en el género bufo.
— ¿Por qué es tan complejo, más allá del Festival de Pesaro, encontrar en las temporadas de ópera esos títulos del género serio?
— Admitiendo que son óperas no muy conocidas, en Italia los teatros no tienen el más mínimo interés por investigar y rescatar títulos que no sean populares. Se programan aquellas que son conocidas y atraen al público. No se arriesgan, no tienen el coraje de meter en escena el «Rossini serio», a pesar de que son títulos que yo he representado por todo el mundo con un gran éxito. Pero existe desconfianza, miedo a no vender entradas suficientes.
— ¿Pueden faltar también cantantes para estos títulos tan exigentes?
— Sí, sí. Por ejemplo, es muy difícil encontrar un reparto para Guillermo Tell . La misma Semiramide es una voz compleja de encontrar. En La donna del lago , los dos tenores se someten a una dura prueba, su parte vocal está al límite de la cantabilidad. Esto es un obstáculo, pero no solo con Rossini, también de otros muchos autores no se programan óperas porque faltan voces.
— La conocíamos como artista belcantista, pero la pasada temporada nos sorprendió con una verdiana Amneris. ¿Cómo fue el cambio?
— Habiendo hecho tanto Rossini, la técnica se afina. Cantarlo es dificilísimo, se interpreta muy rápido y apenas tienes tiempo para saber dónde colocas la voz, tomas decisiones a toda velocidad. Verdi es un repertorio muy tranquilo, con todo el tiempo del mundo para meter la nota. Encontré la Amneris muy fácil, y sobre todo, fue una fuente de inspiración en Giulietta Simionato, una Amneris casi belcantista, como quizás debe ser, porque erróneamente a Verdi está mezclado con el verismo, cuando es un autor del ottocento . En Italia pasamos un periodo histórico, el ventenio fascista, en el que se creó un falso estilo, adaptándolo a unos modos veristas. La Amneris es un rol fuerte, pero Rossini me sirvió muchísimo para interpretarlo, sobre todo para cantar de una forma contenida, porque corres el peligro de dejarte envolver y empujar y empujar la voz.
— Pero de Rossini a Verdi, la orquestación no es la misma, ni la exigencia de proyección vocal, tampoco.
— Sin embargo a mi me resultó fácil. Tan simple como respirar y cantar.
— ¿Se ve cantando la Princesa de Eboli, uno de los grandes roles de mezzo verdiana?
— La debuto el próximo año en Lima, para probarla. Y el debut oficial será en Turín en 2013, y espero que sea el primer paso para un nuevo repertorio, porque siento que la voz está yendo en una cierta dirección. Los años pasan, soy vieja (risas) Y la voz tiene otras exigencias. Permaneciendo en Rossini, porque todavía tengo contratos y mientras pueda lo cantaré, pero quiero mezclarlo con Verdi.
— ¿Es eso posible?
— Sí, porque el propio Verdi es canto belcantista. Yo lo he encontrado muy adaptable a mi canto, aunque con excepciones. Me han propuesto cantar Azucena, de Il Trovatore , y dije no. Es un rolo que necesita una experiencia de años. Podré cantarlo más adelante. Es un rol muy fuerte, muy bajo, requiere una caracterización y una emisión vocal muy cruda.
— ¿Se siente cómo evoluciona la voz?
— Sí. Para mí, dos papeles como la Amneris de Aida y la Anna de Les Troyens me han hecho evolucionar técnicamente. Salir con vida de ellos es difícil, proviniendo de Rossini. Te obliga a estudiar mucho, a afinar la técnica, y me llevó a dar un paso adelante en mi vocalidad, que supe resolver y me ha valido muchísimo. Si pasas de Rossini a la Amneris, y no se tiene la técnica, si no se canta con la cabeza sobre los hombros, es muy peligroso. Nunca se debe parar de estudiar.
— ¿Ha ganado amplitud y volumen en la voz con los años?
— También. Ahora lo noto cuando canto Rossini, que muchas veces tengo que retener la voz, evidentemente porque no es lo mismo que hacer la Adriana Lecouvreur . Pero siento que la voz necesita libertad, cantar. El volumen ha crecido después de hacer los roles verdianos, porque es otro modo de cantar.
— Hablamos de Verdi y de Rossini... ¿pero y la Carmen ?
— Me la han propuesto, pero quiero esperar un poco. Vocalmente puedo cantarla, pero necesito un tenor alto (risas) ¡Es una necesidad escénica! Digamos que busco un cast un poco ad hoc (risas)
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