Hazte premium Hazte premium

FIGURA DEL TOREO

José Miguel Arroyo «Joselito»: «Yo dejé de torear porque me falló la bragueta»

«Pagué caro decirle a Chopera “mi miedo y mi hambre me los administro yo”. Tenía 17 años y era un irresponsable, pero no quería ser marioneta de nadie»

José Miguel Arroyo «Joselito»: «Yo dejé de torear porque me falló la bragueta» MIGUEL BERROCAL

VIRGINIA RÓDENAS

-M aestro, ¿cómo cambia una cornada el alma de un torero?

La primera, en mi caso, la precedió la inseguridad. ¿Cómo reaccionaría? Te da miedo, pero cuando vi que lo superaba me sentí muy orgulloso de poder volver a estar delante de un toro con naturalidad. Diría que reaccioné raro, porque en las dos primeras corridas tras la cornada iba muy bien, pero a la tercera y a la cuarta pesaba la herida.

-La que le pegó en el cuello aquel «Limonero» de Peñajara le cambió hasta el modo de torear.

-Sí, porque andaba buscando mi personalidad. Cuando dije que quería ser torero buscaba ser creativo, transmitir al público... Pero al empezar no podía esperar al toro que tenía en mente para la faena soñada y me hice un torero «bullidor». Tras la cornada, me serené y fui lo que realmente quería ser.

-¿Y qué ha hecho «Navegante» con José Tomás?

-Le ha reafirmado más en sus convicciones. Cuando reapareció en Valencia, y al iniciar la faena de muleta al segundo de su lote, le pegó un volteretón espeluznante. Parecía que quedaba parapléjico. Yo tengo la suerte de que Joaquín Ramos, que trabaja con él, estuvo conmigo toda la vida, y me contó que cuando fueron al hospital de noche, a hacerle una radiografía porque estaba hecho polvo, le preguntó: «Si veías al toro venir, ¿por qué no hiciste un gesto, un guiño?», y que él le contestó: «Si lo hago, no soy José Tomás».

-Y usted, maestro, como espectador ¿que sintió?

-Como torero, una envidia sana. Y admiración. Yo no sería capaz de hacer eso. Y un respeto por encima de lo normal porque sé el miedo que se pasa, lo que supone ver al toro venir, que no cambia de dirección, que tocas y no obedece, y quedarte impávido. ¡Pufff!

-Tampoco Joselito se quedó corto de valor.

-Pero conozco mis limitaciones, y creo que ahí me quitaría. De hecho, estaba en una grada, 14 filas más arriba, y pegué un salto. ¡Ay! Y él ni pestañeó.

-Como usted ante su primer arreón cuando Enrique Martín, director de la Escuela de Tauromaquia y que acabaría siendo su padre, le soltó el día de su inscripción: «Tú eres un sinvergüenza, y lo que no quieres es estudiar».

-Así fue la entradilla con él. Iba con mi padre biológico. Diez años tenía yo, y me dejó cortado. Tampoco quería estudiar mucho, pero esa no era la razón: había visto a un torero en la plaza y yo quería transmitir lo mismo. Fue un palo, pero nos lo daba a todos.

-Tampoco flaquea usted en dar «puyazos»: «Mi miedo y mi hambre me los administro yo», le soltó a Chopera, que pretendía su exclusividad.

-Lo pagué caro. Tenía 17 años y era un irresponsable (ríe), pero convencido de hacer lo que yo quisiera, sin ser marioneta de nadie. Siempre he vivido muy libre y a mi aire. Y he sido un tío inteligente, pues de haber sido un idiota habría quedado en el camino.

-Dejó de torear porque le falló la muñeca.

-No me falló la muñeca, ¡me falló la bragueta!, que no me daba ya de sí, y dije: «A mi casa». Empecé con mirada de tigre, y a punto de terminar era la de un gato michín. ¡A casa! Es más legal y más sincero contigo.

-No me creo que sienta nervios ante el micrófono.

-¡Que ha sido tremendo! (ríe). He hablado en público, en coloquios... Pero no me gusta criticar. Por eso pensé: pues hablaré de mis sentimientos, de lo que veo...

-¿Y cómo ve el futuro de la Fiesta?

-Con salud. Hay voces en contra y está muy bien que se expresen, pero con respeto. ¿Por qué he de aceptar que catorce escupan e insulten a 14.000 en Barcelona? En España vamos a la contra de todo: el mundo se globaliza, y aquí haciendo diecisiete Españas.

-¿Qué espera ver esta tarde en Valladolid?

-Me dijo un amigo, cuando el toro en Valencia le pegó el volteretón a Tomás, que se había jurado: «A este tío no vengo a verlo más, pero luego ¡me ha llenado tanto!». Yo voy a verlo a él, y a Manolo Sánchez y a Leandro, esperando un momento mágico. Es el sueño.

-¿Y por él compraría un bolígrafo a 2.500 euros con un par de entradas de regalo?

-Mi economía no me lo permite.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación