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Las críticas de los estrenos del 26 de agosto

Nuestros críticos te desvelan las claves de la cartelera del fin de semana

ABC

«Lo contrario al amor»

POR E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

En su salto al largometraje, Vicente Villanueva, hasta ahora apreciado y apreciable director de cortos, ha decidido mantener al menos la mitad de su estilo y facultad, que consistían en una propuesta de comedia muy «fresca», directa, desgarrada y desinhibida (la mitad que sí), con una gracia natural que te obligaba a estallar de risa (la mitad que no tanto)... En realidad, «Lo contrario al amor» es algo así como un cardado a la magnífica melena de su corto «Heterosexuales y casados», donde con una gracia infinita hablaba de la pareja, del amor y su contrario, de la intensidad, el hartazgo, la autosexualidad y otras ideas cortadas a golpe de navaja. Incluso la actriz Guadalupe Lancho, increíble en el corto, es ahora el mejor pedazo del alma de este largometraje. El alma es ella, pero el continente, el cuerpo, lo forman el de los bomberos que interpretan Hugo Silva, Álex Barahona y Ruben Sanz, y el de la actriz Adriana Ugarte. La historia se centra en la pareja (en formación) de Hugo Silva y Adriana Ugarte, encargada de sustanciar las ideas que sobre el amor pretende desarrollar Villanueva y que están expuestas con todo lo que tienen de tópicas pero también con todo lo que tienen de extremas, desnudas, agotadoras y contraindicadas. Aunque lo mejor de la película es lo otro, lo contrario del amor, la realidad insoportable del personaje que interpreta Guadalupe Lancho y la visión espeluznante que ofrece de nuestra realidad, o sea, la televisión, la familla y la insoportable levedad del estar; es decir, que lo mejor de la película de Villanueva es, precisamente, lo que no tiene de gracioso. En cuanto a la idea que da del noble Cuerpo de Bomberos, ese coto del mundo macho, es casi una invitación a dejar que se te queme la casa.

«Destino final 5»

POR E. R. M.

Obviamos el 5 del título, que invita a la desconfianza, y nos quedamos sólo con lo que ofrece esta nueva entrega sobre el juego de la Muerte con las piezas del tablero (nosotros), sin que ello nos lleve ni mucho menos a Bergman sino más bien a un producto que ofrece entretenimiento y algunas secuencias prodigiosas de cómo el «azar» se las apaña para devolver a su estado de «muerto» a aquellos que consiguen burlar su destino fatal. Una visión premonitoria de uno de ellos, le otorga a un grupo de jóvenes la oportunidad de no morir en un accidente, y el resto es en definitiva un juego de ajedrez contra la Muerte que no quiere ser burlada. El director, Steven Quale, sabe lo que quiere: que el espectador flipe con la variedad y espectacularidad de sistemas que hay de matar accidentalmente a un ser humano. Y ése, y no otro, será el mejor espectador de esta película.

«Superbrother»

POR E. R. M.

Aunque el cine danés suele ser ensortijado y oscuro, he aquí una película danesa de una sencillez y una claridad adecuadas al público que busca, que es el infantil y juvenil. Birger Larsen arroja sobre su lisa pantalla todos esos sentimientos que ya han sido explorados y sublimados por el gran cine americano de animación, pero con un cambio sustancial: la magia por el carne y hueso. La relación entre dos hermanos, el mayor autista y el pequeño idealista, está contada, dentro de su tosquedad, con una cercanía y un calor que le dan a la película gran dignidad y una temperatura que tal vez sorprenda a ese público acostumbrado al perfecto planchado Pixar, y de un modo casi entrañable ensaya una reflexión sobre la fraternidad, la ilusión, la fantasía y la aceptación de las propias limitaciones, se sea o no un superhéroe, que resulta provechosa aunque se tengan pelos en las piernas.

«El perfecto anfitrión»

POR J. CORTIJO

Aparte de su papel como hermano de meñique rizado del televisivo Frasier, David Hyde Pierce no ha tenido muchas oportunidades de demostrar el talento que encierra ese cuerpecillo de Capitán América antes del chute de supervitaminas. Hasta que llegó esta película-bisturí de racimo, donde se agiganta metamorfoseándose en estrangulador de cisnes de un tanque sulfúrico y gelatinoso que, en su gran primer trecho, mezcla «El ángel exterminador» y «La hora de Alfred Hitchcock» en un juego macabro y chiflado con cazadores cazados, trampas de salón, alucinaciones psicópatas, congas y manguitos. Su recta final, policiaca y con giro algo forzado (aunque por suerte Hyde no pasa de perfecto anfitrión a perfecto histrión) empaña levemente uno de los mejores peores ratos vividos en el cine este año.

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