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Cameron, contra las redes sociales

Idealizadas por su papel liberador en las revueltas árabes, el uso de la mensajería de Blackberry en los disturbios de Londres pone a las redes sociales del lado de los malos

Cameron, contra las redes sociales abc

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Las policías de los países occidentales estaban mosca desde hacía tiempo. La era digital, con el enorme abanico de nuevas herramientas para hacer el bien o el mal que ha traído con ella, ha obligado a las fuerzas del orden a reorganizarse y replantear sus estrategias. Tras una década de trabajo de inteligencia, el FBI ha logrado infiltrar con éxito la comunidad «hacker» de EE.UU., en la que se calcula que uno de cada cuatro piratas informáticos es un informante policial. La unidad de delitos informáticos de la Policía Nacional se lanzó en julio a la caza de los escurridizos Anonymous , con resultados dispares. Y la Policía de Nueva York acaba de anunciar, por su parte, la creación de una unidad creada específicamente para «peinar redes sociales como Facebook, Twitter o Blackberry Messenger en busca de información sobre planes para cometer delitos y sus autores», recordaba ayer Forbes .

Aunque son países no democráticos como Siria, Irán, China o Venezuela los grandes maestros de la ciber-represión, la tentación de controlar las redes sociales se extiende por los Estados democráticos. Y el Reino Unido parece dispuesto a sumarse a estas tesis con fuerza, a la luz de los planes anunciados por el primer ministro británico ayer en el parlamento. En su discurso, David Cameron expuso el siguiente análisis: «Cualquiera que viera estas acciones horribles se habrá quedado impresionado por cómo fueron organizados mediante los medios sociales. El libre flujo de la información puede ser usado para el bien. Pero también para el mal. Y necesitamos detener a las personas que usan las redes sociales para la violencia. Así que estamos trabajando con la policía, los servicios de inteligencia y la industria para ver si sería correcto poder impedir a la gente comunicar a través de sitios web y servicios [digitales] cuando nos conste que están planificando actos de violencia, desorden y criminalidad. También he preguntado a la policía si necesitan nuevos poderes».

Ahora, una comisión de investigación determinará qué es lo que falló en la actuación policial durante los disturbios en Inglaterra y qué nuevas facultades son necesarias. La presión será fuerte, porque la Blackberry ha quedado fijada en el imaginario colectivo, a la altura de las sudaderas con capucha, como parte integral del uniforme de gamberro pirómano y asalta tiendas. «Revuelta Twitter», tituló en los primeros días la prensa tabloide. El enfoque era erróneo, porque en este caso la red social de micromensajería sirvió sobre todo para despistar a perseguidos (jóvenes saqueadores) y perseguidores (policías y periodistas) al dar ubicaciones incorrectas y precipitadas de dónde se estaban produciendo los disturbios. El enemigo es la Blackberry , curiosamente, un teléfono asociado hasta hace poco al modo de vida corporativo o del poder en el que Barack Obama sería un usuario avanzado y Rupert Murdoch uno pasivo. Las revueltas siempre han tenido la capacidad de invertir la percepción de las marcas: otro ejemplo sería la apropiación de la ropa Adidas por la cultura hip-hop y las bandas callejeras que la devoran.

Opacidad

La particularidad de la mensajería instantánea de Blackberry es que se trata de comunicaciones gratuitas, privadas porque solo se puede acceder a ellas mediante un PIN, y encriptadas , con lo que pueden ser leídas por los conectados pero no por la policía. Unas características que habían dado a Blackberry, una tecnología desplazada por el glamour del iPhone, una nueva juventud como aparato preferida por muchos jóvenes y adolescentes, tanto entre los niños bien españoles como los jóvenes de barrio ingleses. Su fabricante, la empresa Research in Motion (RIM), con base en Ontario (Canadá), aseguró esta semana que estaba cooperando con la policía británica. «Estamos en contacto con las autoridades para asistirles de todas las formas que podamos», aseguraba uno de sus directivos, Patrick Spence , sin dar más detalles sobre esta colaboración.

La opacidad de su mensajería ya había creado problemas a RIM con anterioridad, cuando Arabia Saudí y los Emiratos Árabes –los países árabes son otro de sus grandes nichos- amenazaron con suspender sus servicios si no garantizaban algunos niveles de acceso a las autoridades. Estas presiones provocaron algunas de las primeras formas de protesta en los Emiratos, nunca vistas por parte de sus apacibles ciudadanos. El mundo parece no aprender nunca la lección de que los avances tecnológicos, y los inventos en general, no son buenos o malos sino que dependen del uso que las personas hagamos de ellos, como bien comprendió el pobre Alfred Nobel .

La tentación del control

En el caso de las redes sociales, Twitter (creada en julio de 2006) fue celebrada como la nueva vía hacia la libertad después del papel que jugó en las revueltas en Moldavia e Irán en 2009. Facebook , por su parte, se incorporó al eje del bien tecnológico por su indudable papel en la gestación de las revueltas en Túnez y Egipto, a finales de 2010 y principios de este año. Un papel que el propio Cameron reconocía en un discurso que realizó en Kuwait en febrero, donde alabó el papel de las redes sociales porque «pertenecen a una nueva generación para la que la tecnología –internet y las redes sociales- es una herramienta poderosa en manos de los ciudadanos, y no un medio de represión».

Su conversión a la tentación del control de las redes ha provocado ya la reacción de grupos de libertad de información. «El primer ministro no debería sumarse a la idea de que la censura es una forma eficaz de disuadir el descontento social», explica a ABC Joel Simon , director ejecutivo del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) de Nueva York). Fruto del desconcierto inicial por la pasividad policial y de la necesidad de un político de lanzar medidas, no está claro qué forma adoptará ese «botón de desconexión» de las redes sociales. Pero este no es el problema. Las autoridades se encontrarán, si algún día disponen de este botón, con que una nueva tecnología ha desplazado ya entre los jóvenes a las hasta ahora conocidas.

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