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Carles Sentís, cronista de un siglo

El periodista y político falleció ayer a los 99 años

Carles Sentís, cronista de un siglo EFE

sergi doria

Acababa de publicar una recopilación de recuerdos a punto de cumplir un siglo: «Cien años de sociedad». La anterior entrega, su trayecto de la infancia hasta la Segunda Guerra Mundial, llevaba un título definitorio: «Memorias de un espectador». Carlos Sentís Anfruns (Barcelona, 1911-2011) fue todo en el oficio periodístico: reportero de guerra con ABC y La Vanguardia, corresponsal en París, director de la agencia Efe, de Radio Barcelona y del vespertino Tele/Exprés . Un periodista enredado en la política, capaz de mantener, cual boxeador peso pluma, la media distancia. Incombustible, fue capaz de sobrevivir a la República, el Franquismo, la sucesión monárquica y marcar el paso de la Transición acompañando a Tarradellas en su entrevista con Suárez, antes de retornar a Cataluña.

Cuando el 6 de octubre de 1934 Companys quebró la legalidad republicana, Sentís estaba en la Generalitat y soportó la noche de morteros mordisqueando un panecillo: «Por primera vez experimenté una sensación que se repetiría a lo largo de mi vida: estar en medio de un acontecimiento de gran tensión y, en lugar de sentirme actor o víctima, vivirlo distanciadamente, como un espectador». Esa sensación se repitió el 23-F. Sentís, diputado centrista, observa a Tejero: «Permanecí en el escaño como si estuviera en el patio de butacas de un teatro de guiñol...».

Sentís salió indemne de la trágica montaña rusa: la década decisiva que va de la guerra civil española a la conflagración mundial. Años de todo o nada. Pura supervivencia. En el 36 combatió a lado de Franco; luego siguió a De Gaulle mientras Vichy condenaba al «general aventurero». Acabada la guerra volvió a la política como secretario de Rafael Sánchez Mazas, aquel ministro sin cartera que prefería disertar sobre Dante que radiografiar luchas intestinas de las facciones franquistas. Cubrió para ABC el proceso de Nuremberg, la constitución de la ONU y envió la primera crónica desde Dachau.

Catalanista de Cambó y asiduo de Estoril, en el consejo privado de Don Juan, las crónicas de Sentís denotan la «espesa manta de silencio» con la que el franquismo ocultaba la hipótesis monárquica. En 1946 hizo circular clandestinamente el opúsculo El Rey: «Más que perderse don Juan el reinado, fueron los españoles quienes se perdieron un rey. El general Franco no negó la restauración —quería ser único y no que le sucediera otro general—, pero lo que no dijo, hasta pasado tiempo, es que la sucesión la pensaba para después de su muerte» explica en su libro Seis generaciones de Borbones y un cronista.

Las navidades del 47, el periodista capta el genio y figura de doña Victoria Eugenia e invalida la imagen de frialdad germanobritánica: «Se reía bastante y a Franco no lo nombraba jamás. Hablaba del caimán, quizá por la canción Se va el caimán, se va para Barranquilla...». El 10 de octubre del 1948, ABC informa en portada de la llegada a España del príncipe Juan Carlos para cursar sus estudios. Crónica a crónica, Sentís retrató las sucesivas generaciones de la Familia Real. Desde sus encuentros en París con el albacea testamentario de Alfonso XIII, Quiñones de León, al multitudinario recibimiento de Barajas en 1968, cuando doña Victoria Eugenia pisó suelo español, después de 36 años, para asistir al bautizo de su nieto don Felipe. Ahí estaba Sentís, avezado practicante de las estrategias del gesto y la Historia.

A punto de cumplir cien años seguía prefiriendo la expectación de la complejidad al simplismo de los esquemas. Además de pasar por mero «espectador», Sentís repetía que el único vector que guió su trayectoria no fue otro que la «vida imperante».

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