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ANÁLISIS

Capitalizando, que es gerundio

Buena parte de las cajas de ahorros españolas están siguiendo un duro camino de servidumbre, pavimentado de responsabilidades propias y ajenas

LUIS CARAMÉS VIÉITEZ

Buena parte de las cajas de ahorros españolas están siguiendo un duro camino de servidumbre, pavimentado de responsabilidades propias y ajenas, dirigido a reforzar una alicaída solvencia, captar un capital privado esquivo y limpiar las tupidas telarañas de su imprescindible transparencia. La autoridad competente ha marcado una fecha —probablemente tardía—, para que presenten los deberes adecuadamente terminados, pero con la munición en la recámara, marca Banco de España y FROB. Como los malos estudiantes, se ha dejado el esfuerzo para «más tarde», que nunca suele ser el mejor momento y, ahora, desde luego, no lo es.

Y no lo es en la Bolsa, porque allí estamos, más que nunca, en manos de inversores impredecibles. La Caixa estrenó en el parqué, sin sobresaltos, su nuevo banco, mas no todas las entidades llegan en las mismas condiciones, al tiempo que la dinámica del entorno económico financiero prosigue una volatilidad extraña, en manos de esos dioses de los que habló Samuelson. Nadie oculta que se precisan muchos millones para recapitalizar el sector y que la Bolsa va a dictar su veredicto, pero necesidad obliga. No otra cosa es lo que hace tirar por el camino de en medio, aun sabiendo que la prima de riesgo está como está —por las nubes— y que los tenedores de dinero desconfían como nunca de la banca europea. Y ahí va Bankia, aprobada en las pruebas de estrés, recortando más de un 15% su precio de salida, buscando elevar el ratio de solvencia más allá del 9.

Cubrir el tramo minorista va a costar Dios y ayuda, en el caso que citamos y en los demás, pero también hay que atraer a los inversores institucionales, poco dispuestos a pagar un precio que consideran elevado, sobre todo los extranjeros. Y costará porque, a pesar de que la metodología homogénea de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) no toma en consideración las llamadas provisiones anticíclicas, los mercados se aferran a que hay cinco suspensos, con mejor o peor nota, pero calificados como «insuficientes».

En los próximos días, y ojalá ocurra así, vamos a ver y oír a los responsables de cajas que salen a Bolsa cantar las excelencias de los resultados, lo que será positivo para la reordenación a marchas forzadas de tan maltrecho sector. Pero difícilmente se olvidará que el valor en libros de las entidades está a años luz de lo que están dispuestas a tragar en Bolsa, lo que habla no muy bien de los agujeros negros de sus balances, asentados en duro cemento. Hay una opinión bastante extendida, que comparto de que, salvo contadísimas excepciones, o se sale muy barato o habrá magros resultados.

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