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Arcade Fire puso el broche de oro al cierre del FIB

Tras el bajón de la edición de 2010, el festival cierra con sus mejores resultados

MIGUEL MUÑOZ/JAVIER TAHIRI

El FIB cerró en la madrugada del domingo su decimoséptima edición con nota. Su director, Vince Power, expuso los datos: la cita de este año igualó el récord de 2009, con 50.000 asistentes al día. Portishead y Arcade Fire pusieron el arte. Por un lado, el ambiente opresivo y sobrecogedor de los de Bristol. Por el otro, la épica y la maestría de los canadienses. Una auténtica bicefalia en el cartel, que hizo del domingo una jornada inolvidable.

En el escenario principal se puso el sol y un fantasma con timbre femenino atacó a la audiencia de Benicásim. El roto lamento de Beth Gibbons sobre el ritmo «kraut-rock» de «Silence» cortó la noche en mil pedazos: Portishead habían llegado. Es en directo donde el hermoso canto de cisne de Gibbons adquiere su completo significado. Experimentos como «The Rip» o «Machine Gun» fueron la mejor reivindicación de su soberbio «Third». Sin embargo, el apogeo de la noche perteneció al álbum «Dummy»: una casi a capella «Wandering Star» y «Glory Box» demostraron el estatus de Beth Gibbons como gran dama blanca del «trip- hop». En plena oscuridad, Portishead clavó un puñal en el corazón de la masa.

A continuación salieron al escenario Arcade Fire y se estrenaron en el FIB con «Ready To Start». Una auténtica declaración de intenciones. «Esta noche os vamos a entregar cada jodida pieza de nosotros, y queremos lo mismo de vuestra parte», vociferó a la audiencia el cantante de la banda, Win Butler. El inicio del recital le dio la razón. Poseídos por completo, el colectivo atacó algunas de las mayores joyas de su repertorio: «Neighborhood #2 (Laika)» y «Keep The Car Running». Y entonces comenzó a sonar «No Cars Go». Y un solo pulmón común se apropió de la canción. Arcade Fire volaban a lomos de los coros de la audiencia. Los canadienses demostraron sus tablas sobre el escenario, con un Win Butler pletórico. Pusieron un broche de oro al festival y secuestraron a su público con un directo majestuoso. Aún esperan el rescate.

Las exitosas cifras de este FIB, sin embargo, bebieron de su apuesta por la mitad británica del público. Contar en el cartel con Arctic Monkeys y The Strokes, dos grupos que arrasan en las islas, parece haber sido una apuesta segura. Quizá convertir al festival de Benicásim en un Glastonbury con sol y playa sea la jugada con más futuro para un festival cuya competencia directa lo supera en calidad de cartel—el barcelonés Primavera Sound— y en precios —el portugués Super Bock—.

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