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Demasiado pasado

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Pese a presentarse como el hombre del futuro, lo que tiene Rubalcaba es un pasado que pesa como una losa

Día 10/07/2011

AYER se consumó, no el divorcio, sino la separación de Zapatero y Rubalcaba. Amistosa, desde luego, pues si hay matrimonios de conveniencia, hay también separaciones acordadas. En adelante, tendremos Zapatero a la derecha, Rubalcaba, a la izquierda. El uno con los bancos; el otro, contra ellos. Este representando el pasado; aquel, el futuro. Pero resulta que Rubalcaba está en la política, en el Gobierno y en el partido mucho antes que Zapatero. Lo que significa que el sucesor de Zapatero es su padre. Algo difícil de digerir incluso con el lifting juvenil que el candidato se ha hecho en el nombre: Llamadme Alfredo. Sólo falta que se afeite la barba y aparezca como un barbilampiño. Lo más chusco es que Zapatero quiso liquidar la vieja guardia del partido, y al final no ha tenido más remedio que echar mano de uno de ellos para sucederle. ¡Eso sí que es salir el tiro por la culata!

Que a Rubalcaba no le hacía ninguna gracia dejar el Gobierno se vio en su renuencia a abandonarlo, pese a las importantes voces que se lo recomendaban, la de Felipe González entre ellas. La razón era simple: no sólo deja la vicepresidencia y el Ministerio del Interior, desde donde podía proteger sus espaldas, sino también la portavocía, desde la que podía hacer campaña electoral, como ya venía haciendo. Pero el riesgo de quedarse era aún mayor: se identificaba con un gobierno que ha traído a España la mayor pobreza, el mayor desprestigio y el mayor desaliento de la democracia. De mantenerse en él, Rubalcaba se hubiera convertido en el mayor rival de sí mismo.

¿Es Rubalcaba el mejor candidato del PSOE? Diría, el único, dada la tierra quemada que deja Zapatero. Incluso más: es el mejor candidato para el PP. Pese a presentarse como el hombre del futuro, lo que tiene Rubalcaba es un pasado que pesa como una losa. Como ministro de Educación con Felipe González, produjo la generación de españoles peor formada de los últimos tiempos. Como ministro de Interior con Zapatero, estuvo en los dos puntos negros de esa legislatura: la negociación con ETA y el caso Faisán. La crisis económica, ni la olió, y sus propuestas de ayer advierten que sigue sin olerla. Hasta puede decirse que el currículum de Zapatero cuando opositó a la presidencia era mejor que el suyo, al reducirse a una hoja en blanco. El de Rubalcaba abarca varios folios, pero llenos de borrones.

Aunque su gran rival va a ser la crisis, que no cesa ni cesará en bastante tiempo. La crisis en la que Rubalcaba estuvo en el puente de mando. Con Zapatero. Con los bancos. Con las grandes fortunas. Con Bruselas. Por cierto: ¿por qué no aludió a lo que desde allí nos exigen? ¿No va a cumplirlo o va a ocultárnoslo? Cambian los hombres y los nombres. Lo que no cambian son las mentiras.

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