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Crisis y futuro en RTVE

Los partidos mayoritarios están obligados a actuar con sentido de la responsabilidad a la hora de pactar el nombre del sucesor de Alberto Oliart

LA dimisión de Alberto Oliart como presidente de la corporación RTVE abre un nuevo periodo de crisis en la televisión pública. El ex ministro de UCD tira la toalla después de menos de dos años al frente de la entidad, una vez conocida la adjudicación a la empresa de su hijo de un contrato de servicio público para el programa «La Mañana de La 1». Al margen de la investigación a fondo del caso concreto, la dimisión pone en evidencia el fracaso de un modelo que tampoco esta vez ha conseguido garantizar la independencia y pluralidad de RTVE, a pesar de que el presidente fue nombrado como candidato de consenso entre PSOE y PP. Sin embargo, las críticas de la oposición en los últimos meses han puesto de relieve tanto el carácter sesgado de la información política como la discutible externacionalización de servicios a determinadas empresas. Es decir, existen al parecer viejas querencias que no hay manera de superar, porque el partidismo termina siempre por imponerse en perjuicio del interés general y los derechos de los ciudadanos.

Es un buen momento para hacer de la necesidad virtud. En efecto, estamos en periodo de descuento de la legislatura y surge una buena oportunidad para alcanzar un pacto serio y riguroso que garantice una etapa de estabilidad a una entidad que la necesita de forma imperiosa. No se trata de buscar a un candidato que no moleste a nadie, sino de elegir a la persona apropiada y apoyar un proyecto a medio plazo basado en la coherencia, la imparcialidad y la austeridad. De lo contrario, volverá a empezar la eterna noria de dirigentes que son incapaces de cumplir las expectativas. Sin perjuicio de un balance más detallado de su gestión, está claro que Oliart no ha conseguido enderezar el rumbo de la nave. El Estado democrático necesita contar con una televisión pública de calidad, respetuosa del pluralismo y de los derechos de los ciudadanos. Los partidos mayoritarios están obligados a actuar con sentido de la responsabilidad, dejando al margen el interés a corto plazo a la hora de pactar el nombre del sucesor de Alberto Oliart. La exigencia de una mayoría cualificada de dos tercios obliga a ese pacto. Pero lo importante es la voluntad política de que RTVE responda a las exigencias de una televisión pública propia del siglo XXI sin actuar como instrumento del Gobierno de turno.

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