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Los últimos días de Abdul en La Cañada

Sobre su vivienda ilegal, pende una inminente orden de derribo

Los últimos días de Abdul en La Cañada

M. J. ÁLVAREZ

Abdul Ghailan, de 33 años, lleva dos semanas en vilo. La espada de Damocles pende sobre su casa, una construcción ilegal situada en el sector V de la Cañada Real Galiana, en forma derribo. «Vivo con una gran incertidumbre , siempre a la espera, intranquilo... Necesito información», decía a las nueve de la mañana de hoy a ABC.

Las excavadoras pueden llegar en cualquier momento y reducir a añicos la vivienda en la que ha pasado los últimos ocho años de su vida con su mujer , Fátima, y sus dos hijos, de 7 y 4 años. La orden de demolición decía que ésta se llevaría a cabo a partir del 24 de junio, justo cuando acaba el curso escolar.

Ese día, unas 150 personas, entre ellos un grupo de jóvenes de la acampada itinerante del Movimiento 15-M, vecinos y voluntarios de dos parroquias cercanas, pernoctaron frente a su casa para tratar de impedir una demolición que no se produjo . «Pueden venir en cualquier momento», aseguraba su abogado Javier Rubio. «Tenemos que hacer una red de información rápida para acudir aquí cuanto antes si ocurre», decían.

Desde entonces, los indignados han construido una jaima con varias tiendas de campaña en donde pernoctan algunos. Hoy, solo uno de ellos duerme a pierna suelta, a resguardo del sol, bajo las telas de colores, mientras un helicóptero sobrevuela la zona. Abdul, que trabajó como albañil, ha sido uno de los afectados por la crisis.

«¿Por qué a mí?»

Por ello, ha colocado carteles en la puerta de su casa que dicen: «El Ayuntamiento de Madrid derriba viviendas de familias en paro» y «Una solución para todos. ¡Ya!». «Yo sé que mi casa es ilegal, pero todas las de la Cañada lo son, ¿por qué me tienen que tirar a mí la mía?, se pregunta.

«Sé que mi casa es ilegal, pero todas las de la Cañada lo son»

Alude a la ley, aprobada el pasado mes de marzo, que dice que «la solución debe pactarse con los afectados. Queremos que se paralicen los derribos», recalca. Al mediodía, una patrulla de la Policía Nacional se adentra por uno de los accesos sin asfaltar. Va cargada de notificaciones de demolición. Él ya tiene la suya. Ahora, falta que se lleve a cabo y el Ayuntamiento aseguró hace dos semanas que la ley se va a cumplir y todos los expedientes seguirán su curso».

Su casa, un «símbolo»

«Impedir el desalojo de Abdul significa impedir el resto», explicaba Billy, sacerdote de la Iglesia de Santo Domingo de la Calzada, enclavada en la zona más deprimida de la Cañada: Valdemingómez. Y es que, para los residentes en el asentamiento ilegal más grande de Europa, la casa de Abdul es un símbolo. La piqueta derribó la vivienda en 18 de octubre de 2007 en medio de una batalla campal en la que los vecinos acabaron enfrentándose a la Policía. Les lanzaron de todo: hasta bombonas de butano. Los incidentes acabaron con 30 heridos, entre ellos 19 policías, y 9 detenidos.

Poco después, la vivienda fue construida de nuevo con la ayuda de los residentes en la zona. Y ahí sigue de momento, aunque tiene los días contados.

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