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¿Vuelven los cincuenta?

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Hace medio siglo vivíamos del turismo. Hoy volvemos a vivir de él. Algo hemos hecho mal para llegar a esta situación

Día 06/07/2011

SIEMPRE es mejor tener un empleo temporal que ninguno, aunque esa no sea la solución del problema del paro, sobre todo cuando el empleo fijo disminuye, como ocurre en España. Pero no voy a ponerme a discutir con cualquiera de los muchos portavoces del Gobierno, siempre anunciando la salida de la crisis, cuando la única salida real es la suya. Así que voy a fijarme en un hecho alentador en la superficie, desolador bajo ella: en España, lo único que funciona de verdad es el turismo. Sobre todo ahora, que la revuelta en los países árabes y los disturbios en Grecia han convertido nuestras playas en las pocas donde uno puede uno tomar el sol tranquilamente. Es lo que ha traído esos empleos temporales de que hablábamos, que aliviarán un poco nuestra desequilibrada balanza de pagos, que buena falta le hace.

Pero si lo pensamos bien, la cosa es muy triste. Estamos como hace cincuenta, sesenta años, cuando el turismo era nuestra única industria, «nuestro petróleo» le llamábamos, entre cariñosa y vergonzosamente. No voy a ser yo quien critique el turismo, una de las industrias que mueve más dinero y personas en el mundo, y que deberíamos cuidar bastante más de lo que la cuidamos. Pero lo que eso significa ya no es tan glorioso: que no hemos adelantado mucho en el último medio siglo. Diría incluso que hemos retrocedido. Entonces teníamos, además del turismo, las inversiones extranjeras atraídas por los bajos costes, y las remesas de nuestros emigrantes a Europa, que no eran cortas. Hoy, las inversiones extranjeras se han reducido a un mínimo, al desviarse hacia países más rentables —los de la Europa del Este especialmente— y las remesas de nuestros emigrantes se han convertido en remesas de los emigrantes extranjeros en España a sus respectivos países, siempre que conserven su puesto de trabajo, claro.

Esta es la escueta y amarga realidad. Hace cincuenta, sesenta años, vivíamos del turismo, y volvemos a vivir de él. Con una balanza de pagos mucho más desequilibrada y una perspectiva de crecimiento que ha pasado del ocho por ciento anual de entonces al poco más del uno de ahora, si se cumplen las predicciones más optimistas y no volvemos a caer en las cifras rojas. Algo hemos hecho mal para llegar a esta situación, y no me refiero sólo al gobierno, porque en una democracia, los responsables son todos los ciudadanos, unos por hacerlo mal, otros por permitirles hacerlo.

¿Volvemos a los años cincuenta, sesenta del pasado siglo, a los alemanes viniendo a relajarse en nuestras playas y los españoles yendo a trabajar a Alemania? Eso parece y anuncian los titulares. Con una notable diferencia: entonces se iban los obreros, ahora se van los ingenieros. Lo que no es una buena noticia, aunque, como la de los contratos temporales, tampoco la peor.

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