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Beatriz Goyoaga: «Diana me impresionó. Iba poco pintada, no necesitaba mucho»

La directora de «El Arte de Vivir» y el Festival Mundial de Cultura y Paz cree que «el estrés, como la belleza, está en el ojo del que mira: tu mente hace tu vida. Es fácil reírse de un chiste, pero es de sabios hacerlo pese a todo»

Día 01/07/2011
Beatriz Goyoaga: «Diana me impresionó. Iba poco pintada, no necesitaba mucho»
MIGUEL BERROCAL 
Dirige «El arte de vivir» y el Festival Mundial de Cultura y Paz

Existir es un hecho, vivir es un arte. Es la médula de su organización.

-Vivir bien a pesar de las circunstancias es una habilidad. La felicidad o el estrés no están en tu familia, trabajo, pareja o tu hijo, sino en tu mente, y depende de cómo la tengas te vas a enfrentar con las crisis que te propone la vida, porque el estrés. como la belleza, está en el ojo del que mira. Al señor que pasa lo puedo ver como un gordito afable o como un tipo dejado. Así tu mente hace tu vida, tus enemigos, tus desgracias, tu día a día. Es fácil reírse de un chiste, pero es de sabios hacerlo pese a lo que acontece.

-Enséñenos el truco.

-Es el remedio más barato del mercado, medicina sin costes ni efectos secundarios, está en la palma de tu mano y se puede hacer con los rulos puestos o en calzoncillos, en no más de quince minutos, y como te lavas los dientes o la ropa, te «lavas» la mente. Yo todos los días me hago una lavadita y salgo de casa serena. Eso no quiere decir que no me enfade o no me ocurran contratiempos, pero ya no los arrastro como antes, cuando los efectos de una discusión me duraban cinco días, cinco horas o cinco meses. Ahora me enfado y ¡fua-fua-fua!, vuelvo a la normalidad. Eso vale oro.

-Vayamos al meollo del «fua-fua-fua».

-Cuando hice el curso de «El Arte de Vivir» dirigía una agencia de prensa con catorce corresponsalías internacionales, una locura, porque ya sabe que para mañana es tarde, y cuando me hablaron de clases de respiración para acabar con el estrés acudí sin saber lo íntimamente ligada que está a las emociones. Cada una produce un ritmo de respiración diferente: si estás agitada o enfadada jadeas rapidito y superficial; la buena noticia se da inhalando, y la mala, exhalando.

-Es lo primero y lo último: nacer es inspirar y morimos expirando.

-Y trabajando con patrones de respiración modificamos la mente, y con ella el pánico o la rabia, el estrés... En la vida, a unos les enseñaron música, a otros a conducir, pero a nadie nunca, ni en casa ni en la Universidad, qué hacer con las emociones negativas. Porque puedes ser la mejor cirujana de España, pero si eres celosa, destruyes tu vida, la de tu marido, la de tus hijos; puedes ser el mejor astronauta, que si eres malhumorado, acabas con tus colegas, y así con todo. Y eso se puede mejorar aprendiendo a respirar.

-En sus manos se ponen dirigentes, empresarios...

-Soy voluntaria y me invitan a dar cursos en el Banco Santander, Citibank, Coca-Cola, Procter&Gamble, Telefónica... Lo hizo el CEO y lo quiere para todos. La gente se da cuenta de que hay alternativa, de que lo más importante de una empresa es su capital humano, y lo quieren cuidar con espacios de relax y tiempos para ventilar los problemas y no llevarlos a casa.

-A veces, para llegar a lo simple hace falta un largo recorrido. Usted dio vueltas por el mundo, del Tíbet a Australia, de Siberia al desierto de Arabia...

-Estuve dos veces en la cima del Everest y también en lo más abajo de la tierra, como en lo emocional he vivido momentos felices y duros, y de todos he aprendido. La clave es vivir el presente. Veo el pasado como destino, el futuro como libre albedrío, y el hoy lo disfruto como el último día; mañana puede no existir.

-Entrevistó a Mandela, Diana de Gales, Bush... ¿Quién «respiraba» peor?

-Diana de Gales me impresionó. Fui prejuiciada con una princesa de figurita y me pareció sencilla y amorosa. Me dijo que quería que sus hijos sirvieran a la Cruz Roja, en África, que fueran más que figuritas de Corte. Iba poco pintada, no necesitaba mucho. Su suegra, en cambio, a la que también entrevisté, más que problemas respiratorios los tenía para sonreír.

-¿El Arte de Vivir no será una secta?

-Si podemos llamar así a un movimiento de 350 millones de personas, desde mandatarios a presidiarios, apoyado por todas las religiones e ideologías, que está empezando, porque treinta años para el mundo no es nada, pues llamémoslo. Una secta como la de las heladerías, siempre de puertas abiertas, donde todos vuelven a por más. La «secta» de todos.

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