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Asalto con lanza térmica a una cámara acorazada

Una banda revienta una joyería de Latina y se lleva miles de piezas valoradas en 400.000 euros. Utilizaron inhibidores y destrozaron las alarmas

Asalto con lanza térmica a una cámara acorazada isabel permuy

CARLOS HIDALGO

El acero y el hormigón de la cámara acorazada no han supuesto apenas obstáculo para la banda de ladrones que se ha llevado unos 400.000 euros en joyas de un taller especializado del distrito de Latina. Su propietario, Pedro Olcina, que lleva toda la vida al frente del negocio que «heredó» de su padre, confía en que el seguro, al menos, le cubra la mitad del valor del botín. «Si no, tendré que cerrar el negocio», se resigna. El Cuerpo Nacional de Policía busca a los integrantes de este experto grupo criminal, que conocía con todo detalle la distribución de las dependencias de la joyería, así como del local y del patio interior anejos.

El suceso tuvo lugar la madrugada del pasado viernes, 24 de junio, una fecha nada arbitraria. El jueves, festividad del Corpus Christi, sirvió de puente para muchos comercios, algo que suelen aprovechar los ladrones de este tipo para cometer sus «palos». Pero Talleres Olcina sí abrió el viernes. Y la sorpresa que se llevó Pedro, a las ocho de la mañana, fue mayúscula y de lo más desagradable. «Nada más abrir, supe que habían entrado a robar», confiesa.

Los ladrones llegaron sobre las dos de la madrugada y reventaron la cerradura del local adyacente al de Pedro, que lleva bastante tiempo cerrado. La banda debía de poseer un plano detallado de la planta del edificio. No en vano, hace unos meses alguien entró en el local comercial, también empleando la fuerza. Pudieron ser los mismos delincuentes, para recabar información sobre cómo se comunican unos tabiques con otros, según las sospechas del propio joyero.

De allí pasaron a un patio interior, donde rompieron una reja, para luego entrar por una puerta trasera en la zona de taller de la joyería. Esa trastienda sale al despacho de atención al público de Olcina. Y ahí está lo que buscaban: el portón, aparentemente infranqueable, de la cámara acorazada. Pero los delincuentes iban bien armados. Con una lanza térmica, derritieron el acero como si de mantequilla se tratase. Se llevaron miles de piezas, entre relojes de oro, brillantes, pulseras, cadenas... Lo más preciado, un solitario de oro blanco con brillantes valorado en 7.000 euros. Además de entre 7.000 u 8.000 euros en efectivo. El valor de lo sustraído puede alcanzar los 400.000, asegura Pedro Olcina.

Un robo de dos horas

«Estuvieron dos horas aquí dentro, hasta las cuatro. Un vecino escuchó ruidos —nos explica el comerciante—, pero creían que era otro vecino. Nadie llamó a la Policía». Tampoco sonó la alarma, porque la reventaron y la arrancaron de cuajo. Utilizaron inhibidores de frecuencia y se llevaron el aparato que graba las imágenes de las cámaras de seguridad. Y, cómo no, emplearon guantes. Sólo se dejaron olvidado un destornillador.

Para este pequeño empresario, que da de comer a tres familiares y otros tantos empleados, no se trata del primer robo. En otra tienda que tiene en la calle de San Patricio ha sufrido un alunizaje con coche, un robo a mazazos y un atraco a punta de pistola. «Pero este último es el peor. Nos sentimos desprotegidos, deberían poner una vigilancia especial durante los puentes... Otro robo así, y cierro».

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