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El enterramiento mejor pagado del mundo: el Señor de Sipán

Costó descubrirlo, pero en 1987 al arqueólogo peruano Walter Alva fue llamado por los dioses cuando excavó en el valle de Lambayeque y se topó con la tumba del gran dominador de la cultura mochica. No solo rellenó una laguna en el pasado de los peruanos, sino que colocó esta región en el mapa

El enterramiento mejor pagado del mundo: el Señor de Sipán

ÉRIKA MONTAÑÉS

Les presento al Señor de Sipán. Dominaba todos los valles situados al noroeste de Perú . No caminaba, le trasladaba su cohorte. Usaba sandalias de plata, presentaba osteoporosis incipiente por la falta de ejercicio y portaba veinte kilos de oro y otros materiales como grandes pectorales de conchas marinas al cuello y coxales en las caderas.

Tenía traladado el lóbulo de la oreja para colgar unas grandes orejeras y bajo la nariz se colocaba narigueras, también de metal, como signo de su rango y distinción (y para distorsionar la acústica de su voz). Era imberbe, nunca se quedó calvo como sus hombres, y usaba pinzas depilatorias porque no gustaba tener un solo pelo en el cuerpo. Vivió entre los siglos II y III d. C, y murió a los 45-50 años . Sus algo más de 1,60 metros de altura fueron sepultados bajo tierra en una especie de necrópolis a capas descubierta en 1987 por una eminencia, el arqueólogo nativo Walter Alva. Y ese enterramiento ha rellenado un importante hueco en la historia de los antepasados peruanos.

Ese hallazgo reciente supuso un antes y un después para la arqueología peruana, y también de parte del Nuevo Continente. El impacto fue tal que por primera vez se vio a un presidente nacional, Alan García -a punto de dejar ahora el mandato presidencial-, visitar unos yacimientos. «A Walter Alva le tocó la varita mágica», dice otro arqueólogo reconocido, Andrés Ciudad, que acompaña a la Ruta Quetzal 2011, que este año atraviesa Perú. No en vano, Alva descubrió la primera tumba en el mundo explotada solo con técnicas de investigación arqueológica, y la más rica del Nuevo Mundo.

Amputado para que no le abandone

En julio de 1987, Alva y su equipo excavan en un lugar donde unos primeros enterramientos habían sido saqueados. Bajo ellos, apareció inmediatamente el Señor de Sipán, al que no costó demasiado otorgar el cargo de señor de la elite de la cultura moche por la cantidad de emblemas, atuendos, tocados, restos de orfebrería y ornamentaciones encontradas junto a él, encima y debajo.

«El Señor de Sipán ha logrado que los peruanos se sientan todos descendientes suyos»

Se le enterró con su esposa a los pies, sus concubinas alrededor, un bebé sacrificado y su vigilante con los pies amputados para que no lo dejase solo en la otra vida, entre otros. 1.137 piezas encontradas en la tumba superior acreditan que era un gobernador al que se le debían ofrendas, por lo que cada familia del reino de Sipán le colocó una vasija a su sepultura. Bajo sus restos, los del sacerdote, preeminente también en la jerarquía moche, y los del Viejo Señor, que podía ser su padre, porque los huesos son de más antigüedad.

Museo de las Tumbas Reales y de Brüning

La riqueza de esta tumba es tal que Alva no tuvo más empeño desde 1987 que el de levantar un gran museo que recopilase los tesoros hallados en su agujero, además de sus restos mortales, y también en otras quince tumbas más descubiertas hasta el momento. Hoy, ese deseo es una realidad, se llama Museo de las Tumbas Reales del Señor de Sipán y es uno de los diez últimos recintos culturales más importantes surgidos en el mundo. Además, otros vestigios recuperados en el yacimiento de Sipán se reparten también al Museo Brüning, llamado así por el ciudadano alemán (Hans Enrich Brüning) que atestiguó importantes hallazgos de la diversidad cultural prehispánica en Perú.

15 millones de dólares en piezas

Una sola de las piezas que cobija el majestuoso mausoleo de Sipán fue recuperada por un agente del FBI infiltrado en el mercadeo de arte en EE.UU. por 1,6 millones de dólares. Se calcula que el museo esconde hoy unos 15 millones de dólares, pero tal y como explica el doctor Alva en conferencia de prensa privada con los periodistas que cubren la Ruta Quetzal 2011 , el museo se autogestiona por sí solo. Genera más ingresos que gastos, dada la proyección internacional que ha adquirido contabilizando 140.000 visitantes al año; así que da de comer a sus 38 trabajadores, y costea la luz y otros servicios, aunque dependa del Ministerio de Cultura peruano.

«La riqueza del yacimiento es tal que el Museo de las Tumbas Reales del Señor de Sipán cobija 15 millones de dólares en piezas»

El arqueólogo descubridor saca pecho del valor indescriptible de su hallazgo, consciente de que el señor de Sipán y su iconografía es ya un icono por el que se conoce a Perú por nativos y extranjeros. «Ha conseguido que los peruanos se sientan todos descendientes del Señor de Sipán. Es un fenómeno interesante, porque Lambayeque ha mudado en una ciudad con servicios , antes no había ni pistas para acceder a él, ahora hay hoteles tanto aquí como en la ciudad más próxima, Chiclayo, y la gente se siente orgullosa de su Señor de Sipán», afirma Alva, que prosigue: «Y es que aunque no se percibe porque es subterráneo, sigue existiendo en Perú esa segregación racial que dice que los latinos son inferiores a los blancos y mestizos; mientras que al extranjero se le considera, aunque no se le admita».

Sin embargo, con unas técnicas de orfebrería, tejido artesanal, pesca y moldeado de cerámica superdesarrolladas por estos amantes del oro que son los moches y lambayeques, lo que se demuestra, a juicio de un Alva que se sabe provocador, es que «cuando en Europa se vivía en la barbarie, aquí ya había civilización».

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