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ENTREVISTA

«Pese a su reputación con las señoras, Picasso era un caballero español»

El Museo Picasso de Málaga muestra una selección de las miles de instantáneas que el fotoperiodista David Douglas Duncan hizo de su amigo Picasso

«Pese a su reputación con las señoras, Picasso era un caballero español»

ESPERANZA CODINA

David Douglas Duncan ha inmortalizado la historia del siglo XX. Testigo directo de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico Sur y de los conflictos de Corea y Vietnam, visita Málaga para presentar una muestra temporal de sus fotografías de Picasso. Se las hizo en La Californie, su casa de Cannes. Las hay en la bañera, trabajando, jugando con sus hijos, con Jacqueline… Duncan tiene 96 años, camina apoyado en dos bastones y guarda en el bolsillo una cámara digital que usa en todo momento para fotografiar a quienes ayer le fotografiaban a él o a un camarero de un chiringuito de Málaga del que le impactó su cara.

—Conoció a Picasso cuando estaba metido en la bañera. ¿Qué pensó?

—Fue increíble, fue una reacción tan normal y natural. No sabía nada de Picasso, me había enviado mi amigo Robert Capa. Yo vivía entonces en Roma y estaba de camino al Atlas, a Marruecos, para fotografiar a los bereberes. Capa me dijo que tenía que parar y conocer a Picasso. Dile que eres mi amigo, me aconsejó. Llegué a Cannes y pensaba que no iba a conseguir hacerle fotografías. Pero en la puerta de su casa estaba esperándome Jacqueline, que me recibió muy bien por ser amigo de Capa. Me dijo que Picasso estaba en el baño. Entré y al verlo le dije: ¿Le puedo sacar una foto? Y él contestó: ¿Por qué no? En ese momento empezaron los 17 años que siguieron de amistad.

—¿Por qué cree que Picasso permitió que fotografiara su vida íntima?

—Bueno, también podría preguntarme por qué me gustó él a mí. Había estado en la guerra y había conocido a gente increíble, pero aquí fue todo muy sencillo, fuimos simplemente dos personas que se atrajeron. Yo planteé que iba a empezar a hacerle fotos y Picasso dijo: ¿Y por qué no? Para mí da igual quién sea el sujeto, lo importante es hacer fotos: puede ser un torero, Picasso o cualquiera en la calle.

—¿Qué le transmitían sus ojos?

—Estaba muy impresionado con esa mirada. Pero él, por encima de todo, era una persona simpática. Ninguno de los dos necesitábamos dormir mucho. Cenábamos en la cocina, una sopa malísima. Decía Jacqueline que era saludable, pero horrorosa, sin gusto. A lo mejor había también pollo o pescado. Yo sólo bebo leche, ni café ni té. Una noche comí un plátano que estaba muy maduro y al final estaba un poco blando y marrón. Lo puse en la mesa y Picasso lo cogió y se lo terminó de comer. No dijo nada, pero su mirada decía claramente que la comida no se desperdicia. Se acordaba de lo que le decían de pequeño. Las cosas con él eran muy sencillas.

—¿Qué otros recuerdos tiene?

—Picasso tenía la reputación de ser muy peligroso para las señoras. Y nunca, nunca, nunca en todo el tiempo que estuve con él le vi ningún gesto feo o impropio hacia ninguna señora, y había mujeres muy guapas de visita en su casa. Era un caballero español. No tenía nada que ver con este francés que ahora ha estado en la cárcel en Nueva York.

—¿Dominique Strauss-Kahn?

—Ése (se ríe). Eso es horrible. Y lo peor es su mujer, que ha dicho que lo único importante es cómo el la y su marido hacían el amor, que si lo hacía con otras ya no importaba.

—¿Sigue haciendo fotos?

—Desde luego que sí (enseña su Nikon digital, de pequeñas dimensiones). Esta máquina es increíble. Cuando me rompí la cadera y me dijeron que tenía que estar un mes en el hospital, pensé que iba a fotografiar mi vida allí dentro. (Duncan interrumpe la entrevista y pide a la traductora que suba a su habitación del hotel para traer la maqueta de su próximo libro, que elabora con esas fotografías. El cuestionario se retoma unos minutos después). No es Picasso, no es la Fórmula 1, lo importante es lo que pasa hoy y eso es lo que fotografío. Mi mundo durante 30 días.

—¿Hay algún acontecimiento internacional que le gustaría fotografiar?

—Todo el mundo tiene una cámara o un teléfono con cámara. Una de las fotos de Irak más conocidas, que mostraba a un prisionero encima de la mesa con los brazos abiertos como un Cristo, la hizo un soldado con su teléfono y se la envió a su familia.

—¿Por qué Picasso le llamaba Ismael?

—Nunca supe por qué. Yo le llamaba Maestro, nunca me dirigí a él como Pablo o Picasso.

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