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Toyota Avensis 2.0 D-4D, resolutivo

ABC Motor prueba una de las variantes más solicitadas del Avensis, el diésel de 126 CV. Una versión suficiente para un gran número de usuarios que aporta un correcto equipamiento en acabado Active a cambio de un precio competitivo.

e.c.
madrid Actualizado: Guardar
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El moderno Avensis, un modelo equiparable al Volkswagen Passat, por citar un solo ejemplo, es un automóvil de generosas dimensiones (4,70 metros de longitud y 2,70 entre ejes) capaz de satisfacer todo tipo de necesidades familiares. A diferencia de su antecesor, respecto al que supone una evolución más que apreciable, también estética (es más afilado y mejora aerodinámica hasta fijar un Cx notable, de 0,28), sólo se ofrece en carrocería sedán de 4 puertas (antes también de 5, con un versátil portón que se ha perdido por el camino), objeto de este análisis, además, claro, del familiar que ahora se denomina Cross Sport.

La de ahora es su tercera generación, lanzada en 2009. Su predecesora gozó de notable aceptación en mercados como el español, y la nueva concentra más virtues.

Puede que no sea un coche deslumbrante, pero es de esos que convencen cuanto más se usan, y a los que cuesta «sacar punta» más allá de un cerrado equipamiento (en este caso con climatizador doble, 4 elevalunas, estabilizador VSC+, 6 airbag, freno de estacionamiento electromecánico, audio-CD/MP3 con toma jack, llantas de aleación...) que no admite más extra que la pintura metalizada (450 euros). Es más, con este motor es imposible contar en España con cambio automático (el suyo es manual de 6 relaciones, por cierto, bien ajustadas).

Tampoco con navegador, sistema de acceso/arranque inteligente tipo keyless, aviso por cambio involuntario de carril LDW y de mantenimiento del mismo LKA, programador activo de velocidad ACC (lleva uno convencional incluido en el precio base) o iluminación de xenón adaptativa AFS reservados a los Avensis más exclusivos.

Sin embargo, disfruta de un afinado chasis con suspensiones independientes bien estudiadas, capaces de filtrar con agilidad baches y rotos asegurando el confort y sin que el conjunto se descomponga o muestre excesivos balanceos ante una conducción más rápida. Es un automóvil predecible y fácil de llevar, con una dirección suficiente (el volante, multifunción, exhibe un diámetro algo mayor de lo deseado, aunque tiene buena empuñadura) y unos frenos convincentes.

Además, disfruta de una robusta calidad (con plásticos acolchados en las zonas más accesibles a la mano y la vista) que parece hecha para durar sin consentir «grillitos» o ingratos crujidos. Y es amplio, incluso para 5 ocupantes (el suelo es liso en la zona trasera, sin el clásico e incómodo túnel central de transmisión), aunque los pasajeros de mayor estatura pueden terminar rozando el techo en las plazas traseras.

Por lo que toca al motor de esta variante, mueve con suficiente agilidad la tonelada y media que el coche fija sobre la báscula en orden de marcha. Es un 2 litros common rail de 126 CV con un considerable par límite de 300 Nm, que entrega de forma constante de 1.800 a 2.400 rpm, margen habitual en ciudad.

Su funcionamiento es suave y lineal, con unos bajos razonables (quizá un poco justos en ciertos momentos al salir desde parado), y buena capacidad para recuperar velocidad (reprís) cuando toca adelantar o encarar un largo repecho de autovía; sus prestaciones son más que suficientes para los tiempos que corren. Por cierto, Toyota homologa 5,1 l/100 km (135 g/km de emisiones de CO2), que son 7 circulando de forma desenfadada, aunque los que opten por ir «a punta de gas» encontrarán un buen aliado para afinar en el indicador de paso de marcha que muestra la instrumentación, o en su ordenador de viaje.

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