CORROCOCOS
Pederastias filológicas
EN esta misma parcela donde los lunes cultivo mis «corrococos» —corrillos de cuchicheos— los jueves está a «verlas venir» Juan Zumalde, un vasco que acaba de sembrar su tranzón en «valenciano», ayudado por una amiga, porque, dijo, «necessite fer una defensa emocional del valencià», ahora que le parece que el «Govern valencià» quiere eliminar la línea en valenciano de las escuelas. Y se pregunta si será realmente valenciano un gobierno que quiere eliminar la líea en valenciano de las escuelas, qué horizonte lingüístico quiere el Consell para la Comunidad, qué papel puede tener la lengua en la vertebración de la Comunidad; porque le parece que la lengua es clave en la identificación como pueblo... Porque a su hijo mayor le enseñan en castellano, a sus tres hijas menores en valenciano. Y todo le parece bien...
Pues a mí el valenciano que se enseña en la «línea» no solo no me emociona sino que me parece fraudulento. Leer lo traducido de su última parcela es resultado de una deslocalización política para demediar y escindir, para escaquear y plantar hitos y mojones nacionalistas, esa metástasis introspectiva —el ombligo como cogollo de la ensalada mental— que conduce a sus comensales a «abultar artificialmente los hechos diferenciales, violentar la naturaleza, tomar el idioma como instrumento de odios políticos, profanar el natural amor a la lengua materna inoculándole el virus de la pasión» (Menéndez Pidal) Añado: es la lengua como factor RH identitario, la que enseñan los quintacolumnistas en los pupitres, depredadores de léxico, de sintaxis y fonética valencianas, educando para la ciudadanía de laxante y agravio; «Si perdem la llengua serem Espanya», advierten. Unos ejemplos: te han escrito «horitzó»; sepas que el «digraf TZ» no existe en las «Normes de Castelló», como no existen tantas y tantas otras imposturas. Con esas normas no se puede escribir eso de «Txitxarra», ni «Tzaragüells». Sepas que ese «pareix» que se repite tantas veces es rechazado en los programas escolares porque «pareix» en catalán es parir, que aquí es «parix»; como «avería» allá arriba es «avaría», que «avería» le dicen a una «bestia de cárrega».
No sabes bien vecino Zumalde las nefastas consecuencias de la pederastia filológica que aquí tantos adoctrinadores del «mitjà», homicidas de palabras vivas, practican en los correccionales lingüísticos. Prueba a oír lo que se habla en la calle y el resultado te confirmará aquí lo que Joan Solá, valenciano de Játiva y rector de una Universidad catalana, dice del catalán: cada vez se enseña más y se habla menos. Se impone la lengua como «limpieza de sangre» para aspirar a un puesto de trabajo. Superan la prueba de la Junta Qualificadora y si te he visto no me acuerdo...
Dices que un pueblo se identifica por un territorio, una historia y una cultura. Dices que el territorio está, la historia crees que también; y que la cultura es incuestionable. Visita nuestras escuelas y comprobarás en los mapas que a la Comunidad Valenciana le ocurre lo que a Navarra, que son territorios comanche. «El País Valencià es farà des de l'escola o no es farà», leerás. Que si de la lengua hacen hostilidad —«Si perdem la llengua serem Espanya», leerás— de la historia hacen arenga, que todo lo anterior a 1238 es ¡Prehistoria! Dices al fin que la cultura es «incuestionable».Te traslado una pregunta de Fernando Arrabal: ¿Qué clase de cultura se puede hacer con incondicionales?
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