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UNA HUELLA EN LA ARENA

Elecciones anticipadas ya

Asuntos sesudos fácilmente rellenables de palabras que pocos entienden

FRANCISCO ESTUPIÑÁN

Terminamos la semana con la buena noticia de la bajada del paro registrado. Parece que el empleo crece y eso nos da un mínimo respiro. Mientras, Rajoy y Rubalcaba se afanan en mantener el status quo del bipartidismo para la penúltima batalla final. Pero lo que nadie comenta en voz alta es la urgencia del segundo rescate de Grecia y sus efectos sobre las economías más débiles de la Zona Euro, entre ellas la española. El G-8 exige soluciones a la Unión Europea y los sindicatos acusan a la patronal de estar esperando a que tengamos la soga al cuello para imponer una draconiana reforma laboral. Asuntos sesudos fácilmente rellenables de palabras que pocos entienden. Pero qué reforma laboral peor que el desempleo.

Duele, además, la demagogia continua de acusar a los funcionarios de todos los males del país, cuando la Administración de Justicia funciona al ralentí por la falta de personal y la ratio entre profesor y alumnos vuelve a estar en la casilla de salida de la Transición. Habrá necesidad de reorganización, tal vez, pero no se puede demonizar a un colectivo que incluso ha aceptado el recorte de derechos adquiridos para arrimar el hombro ante la crisis. Por suerte, las pasadas elecciones autonómicas y locales han hecho que el mapa regional y municipal se haya movido hacia la disposición de controlar el déficit.

La realidad es que nuestras administraciones públicas son el freno de la economía y el motivo de la desconfianza de los mercados internacionales, que nos desangran con los intereses de la deuda pública. Es una terrible contracción entre el gasto y la austeridad que no tiene fácil resolución, exige claridad de ideas y pulso firme. Para empezar, hay que acabar definitivamente con la cuchipanda prevaricadora, con la subvención improductiva, con la pirámide de favores. Todos lo sabemos; tanto y tan bien que su continuidad ha abonado el nihilismo, cuando no el oportunismo, que desequilibran el centro gravitatorio de la democracia alrededor de la libertad y la igualdad de oportunidades.

No tenemos más instrumentos que las urnas para decidir nuestro futuro, para dirigirnos al porvenir con fuerzas renovadas. No sirven las cándidas concentraciones asamblearias, mucho menos las charlas pesimistas alrededor de un café. Por todo esto, y muchas cosas más, el PSOE debería dejar atrás el mero tacticismo de ganar tiempo para amortiguar la caída, de esperar coyunturas que no acaban nunca de desdecir la realidad, de entregarnos a la sensación del vacío de poder. Debe tener la grandeza de dar a los ciudadanos el único instrumento capaz de devolver la ilusión colectiva. Elecciones anticipadas ya.

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