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Batacazo electoral de Silvio Berlusconi en Milán y Nápoles

La pérdida de estas dos emblemáticas ciudades muestra el deseo de cambio

ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha sufrido una increíble e histórica derrota en las elecciones municipales y administrativas, cuya segunda vuelta se celebró ayer y el domingo. En las dos ciudades que se consideraban clave, Milán y Nápoles, se ha impuesto de forma arrolladora el centro-izquierda. Es todo un símbolo: las capitales del norte y del sur se unieron en su afán de cambio y en dar un bofetón a Berlusconi.

Y en el colmo de las paradojas, se lo dan dos personajes que representan las dos obsesiones de «Il Cavaliere», el comunismo y la magistratura. En Nápoles obtiene una victoria clamorosa el ex juez Luigi de Magistris, con el eslogan «indignación y liberación», que entusiasmó a los napolitanos, sobre todo a los jóvenes. Y en Milán arrasó un candidato que ganó las primarias del centro-izquierda con el apoyo y patrocinio del movimiento «Izquierda Ecología Libertad», fundado por el comunista, católico y gay Nicola Vendola, presidente de la región de Apulia. Entre sus primeras palabras, Pisapia exclamó: «Hemos liberado Milán».

Giuliano Pisapia, un jurista de 62 años, de carácter moderado, ha logrado el 55% de los votos, frente al 46% de su rival, la alcaldesa saliente Letizia Moratti. En Nápoles, la avalancha ha sido aún más espectacular: el ex juez Luigi de Magistris, del Partido Italia de los Valores, ha superado por 30 puntos (65,4% frente a 34,6%) a Gianni Lettieri, del partido de Berlusconi. El centro-derecha cae derrotado también en Cagliari, Grosseto, Trieste y Novara. Y para remate, el candidato del centro-derecha pierde igualmente en Arcore, donde Berlusconi tiene su residencia, famosa ya por las noches de «bunga bunga».

«Debe dimitir»

Tras estos resultados, impensables hace tan solo dos semanas, la oposición en bloque pide la dimisión de Berlusconi y elecciones anticipadas, mientras celebraba su éxito. El líder del Partido Demócrata, Pierluigi Bersani, subrayó: «En el Parlamento ahora hay una mayoría diferente de la que se ha reflejado en las urnas y de la que existe hoy en el país. El Gobierno debe dimitir». La Liga Norte de Umberto Bossi, partido aliado de Berlusconi en el Gobierno, atribuye directamente la responsabilidad de la derrota al primer ministro. Cabe suponer que la Liga continuará dándole su apoyo al Gobierno, pero a cambio de fuertes contrapartidas.

Berlusconi, de viaje en Rumanía, reconoció la victoria de la oposición, pero se mostró como si nada grave hubiera ocurrido: «La derrota es evidente. Hemos perdido. El único camino es mantener los nervios y seguir adelante. Bossi está de acuerdo en continuar juntos». Reflejando su soberbia y mal perder, advierte: «Ahora, los milaneses deben rezar y los napolitanos se arrepentirán».

El resultado electoral refleja un deseo de cambio. Para Berlusconi supone un espectacular varapalo, en la práctica un terremoto, porque pierde la capital de Lombardía, la región más rica de Italia, su feudo electoral donde comenzó su aventura política en 1994. Los resultados tienen además un valor político a escala nacional, porque «Il Cavaliere» planteó estos comicios como un referéndum sobre su persona y sobre la tarea de su Gobierno. El clima electoral comenzó a cambiar hace dos semanas. Entonces, en el primer turno de estas elecciones, el centro-derecha ya perdió, entre otras ciudades, Turín y Bolonia. Ahora se ha confirmado que los italianos empiezan a estar cansados de Silvio Berlusconi.

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