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Un macroplan urbanístico amenaza uno de los pulmones verdes del sur

Vecinos y colectivos ecologistas tratan de salvar un alcornocal de alto valor en Cádiz frente a un proyecto de 2.800 viviendas, campos de golf y hoteles

Un macroplan urbanístico amenaza uno de los pulmones verdes del sur FRANCIS SILVA

PABLO D. ALMOGUERA

El peligro de la excavadora y la piqueta se cierne sobre uno de los «pulmones» de mayor valor ecológico del sur de España. El Ayuntamiento de San Roque (Cádiz) trata de sacar adelante un criticado plan urbanístico con el que se podrían construir 2.800 viviendas, campos de golf y hoteles en un alcornocal situado en las fincas de Guadalquitón y Borondo, en pleno litoral y junto a la prestigiosa urbanización de Sotogrande. Un proyecto que en 2003 fue calificado como «inviable» por la Junta, pero contra el que la Administración andaluza no se «blindó», y que ahora tiene visos de convertirse en realidad si el Plan de Ordenación del Territorio del Campo de Gibraltar (Potcg) es aprobado.

ABC 

Comunidades de vecinos y ecologistas ya han presentado numerosas alegaciones. El objetivo es salvar hectáreas y hectáreas de un vergel de gran importancia medioambiental que rompe con la tradicional barrera de ladrillo que se erige en la costa.

El riesgo que acecha a este alcornocal no es nuevo . En 1987 el propietario de la primera de las fincas y el Consistorio alcanzaron un acuerdo por el que estos terrenos se incorporaban al PGOU a cambio de una superficie de 60 hectáreas para un campo de golf municipal. Los trámites continuaron hasta que la Consejería de Medio Ambiente declaró en 2003 «inviable» cualquier intento de edificar en las 200 hectáreas de alcornocales que pueblan Guadalquitón. «El gran error que cometió es no proteger la zona», explica a ABC uno de los opositores al proyecto urbanístico.

El espacio situado junto a la costa es un «caramelo»

Pero los interesados en poblar de ladrillo ese tramo de franja costera no cesarían en su empeño tras esta primera derrota. «El valor natural de esta finca es inigualable, porque es la única del Mediterráneo en la que el bosque de alcornoques llega prácticamente a la orilla del mar. Estoy muy contento de haber llegado a este acuerdo, y muy pronto se formalizará por escrito». Estas declaraciones las realizó en 2009 el actual alcalde de San Roque, Fernando Palma (PP), tras saberse que estaba en negociaciones para que la finca Guadalquitón pasase a titularidad municipal.

Un nuevo área residencial

Han pasado dos años y el discurso ha cambiado sutil pero peligrosamente para este espacio natural. «En lo que respecta a Borondo-Guadalquitón, era la que tenía más dificultades de salir adelante, porque se complicaba con la postura de los ecologistas y los informes de Medio Ambiente. Pero parece que va a prosperar este área residencial ligada a un espacio natural para el disfrute general», señalaba el regidor tras una de las reuniones con la Consejería de Obras Públicas y Transportes. Un espacio de «valor natural» se convertía en una zona residencial.

La puerta entreabierta que han aprovechado el Ayuntamiento y las sociedades propietarias de las fincas, Servicios Índice S.A. y Guadalquitón Inversiones S.A., se llama Plan de Ordenación del Territorio del Campo de Gibraltar y las nuevas oportunidades de aprovechamiento del suelo. El gobierno local y la otra parte firmaron el 20 de octubre del año pasado un convenio en el que se recogen 579.049 metros cuadrados para «uso residencial y terciario y un máximo de 2.800 viviendas» .

El Potcg declara suelo no urbanizable buena parte de Guadalquitón, pero permite edificar para uso recreativo y hotelero en una franja de litoral de 15 hectáreas y en otra gran superficie en la zona norte de la finca, cercando el alcornocal. El espacio junto a la costa es un «caramelo» para cualquiera con intereses urbanísticos y hoteleros. Una zona paradisíaca, casi virgen, de alto valor ecológico que se vería gravemente amenazada.

«Dotarles de luz y agua tiene su impacto»

Menor protección aún tiene su vecina finca de Borondo, elegida para acoger parte de estas edificaciones en caso de que la Consejería de Obras Públicas tumbe el Plan de Ordenación del Territorio, aunque esto parece poco probable. «Otro de los problemas es que habrá que dotar de servicios y suministros a estos complejos urbanísticos. Llevar luz y agua, construir carreteras… Y eso también tiene su impacto», señala un residente.

El proyecto urbanístico en el alcornocal de Guadalquitón y Borondo ha generado un gran rechazo, que se ha hecho patente en forma de alegaciones. Antonio Muñoz, representante de Verdemar-Ecologistas en Acción, es uno de los máximos defensores de la conservación de este espacio. Expresa su total oposición a cualquier tipo de intervención urbanística en el alcornocal y su entorno y señala que «creemos que la sociedad civil desea que permanezca tal como está».

Distintos colectivos vecinales también se pronuncian en los mismos. «Debemos vender un turismo sostenible», indica una de las residentes, quien hace hincapié en la necesidad de romper el modelo impuesto en el resto del litoral andaluz.

«Cambia mi entorno vital»

Un vecino se muesta contundente: «Cambiaría mi entorno vital. Es un lugar que nuestros hijos y nietos deben conocer tal como está». «Sería una patada que edificaran en Guadalquitón», señala otro, quien manifiesta que «para mí es muy importante, porque vivo dentro de este paisaje». ABC contactó con la Consejería de Medio Ambiente para saber si podía realizar alguna actuación si se aprueba definitivamente la urbanización de Guadalquitón y Borondo y señaló que ya han remitido el informe ambiental para que se adjunte al Potcg, en el que siguen manteniendo su postura de 2003 sobre la inviabilidad de construir en el alcornocal.

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