El falso Rafael del Palacio Pitti de Florencia

«La visión de Ezequiel» (óleo sobre tabla, pintado aproximadamente en 1518; de 40,7 x 29,5 centímetros) es un célebre cuadro rodeado de leyenda: ha sido expuesto en los más importantes museos del mundo, ha pertenecido a condes, Príncipes y celebrado por Papas. En 1799 fue expoliado por los franceses y Napoleón lo depositó en el Museo del Louvre hasta 1816. Ante este cuadro, que se expone en una vitrina antibalas , se inclinan hoy con admiración miles de turistas, como hacen también críticos e historiadores del arte. Sin embargo, esta pintura de un Rafael visionario, donde están presentes, con ecos de Miguel Ángel y la Capilla Sixtina, la figura de Dios acompañado de los símbolos de los cuatro evangelistas, es una copia, un cuadro falso.

Todo comenzó en 2008, cuando el profesor Roberto De Feo, de 47 años, recibe una llamada telefónica, advirtiéndole de que en una colección privada, cerca de Ferrara, hay un Rafael idéntico al de Palacio Pitti, pero más bello, por «los colores, la gracia y la luz». Cuenta De Feo a «L'Espresso» lo que descubre en su primer análisis: «Los dos cuadros son idénticos en dimensiones, pero el de Florencia es sobre tabla de roble, mientras que el descubierto en Ferrara es sobre chopo, y Rafael sólo pintaba en chopo. Entonces me dije: “No te fíes de las verdades oficiales, este cuadro es una copia. Demuéstralo”».

Hasta hoy, nadie había puesto en discusión su autenticidad. De hecho, el director de la Galería Palatina ha declarado que el cuadro en su custodia es de una calidad altísima, con una historia muy documentada durante siglos y que nadie se ha permitido dudar de su autenticidad. Sin embargo, Roberto De Feo recorre durante tres años galerías de arte, archivos privados y bibliotecas, habla con comisarios del Louvre, lee y estudia centenares de libros y manuscritos, amontona kilos de documentos, catálogos y fotografías en su estudio de Venecia, y escribe un ensayo de 60 páginas con las pruebas de que el cuadro expuesto en el Palacio Pitti es falso. A juicio de algunos expertos, como Giovanna Perini, directora del Instituto de Historia del Arte de Urbino, se trata de «un gran descubrimiento que provocará una tormenta entre críticos e historiadores».