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Gian Carlo Caselli: «La mafia va dos siglos por delante»

Fue nombrado Fiscal de Palermo justo después de que los jueces Borsellino y Falcone fueran asesinados por la Cosa Nostra. Ahora fiscal jefe de Turín, con 70 años, sigue en su lucha antimafia

Gian Carlo Caselli: «La mafia va dos siglos por delante»

JANOT GUIL

Invitado por la asociación Italia.es, el juez Gian Carlo Caselli (Alejandría, 1939) vino a Barcelona a ofrecer una conferencia sobre las mafias internacionales en la sede del Colegio de Abogados de Barcelona (ICAB). A la entrada de la sala de actos, se ofrecía un «merchandising» elocuente. Su libro de 2006 «Un magistrato fuori legge» (Un magistrado fue de la ley), en el que cuestiona unas reformas legales que le apartaron del concurso para el cargo de jefe antimafia, y vino y pasta italianos con una peculiarísima denominación de origen. Se elaboran en campos de cereales y viñedos confiscados a la mafia. Un ejemplo que Caselli blande para defender que se puede, y se debe, combatir al crimen organizado también desde la sociedad civil.

—¿Por qué cree que la mafia italiana, al igual que otras, como la rusa, están tan presentes en España? ¿Por su situación geoestratégica, por una ley demasiado permisiva?

—Como premisa, debo decir que no conozco muy bien la realidad española. Pero creo que no se trata tanto de un problema Italia-España, sino un problema de extensión en el mundo de todas las mafias: italiana, rusa, china, japonesa, suramericana, africana, etc. Son mafias distintas, pero tienen en común una tendencia a expandirse fuera de su país de origen para reciclar, blanquear, el dinero que han acumulado ilícitamente, con el narcotráfico, el tráfico de personas, o el comercio ilegal de residuos tóxicos, mediante actividades legales. Como negocios relacionados con el turismo, la restauración, empresas de importación y exportación...

—No hay límites para ellos...

—No hay zonas francas, inmunes a las mafias. Todo país es potencialmente interesante para ellos y, por lo tanto, potencialmente interesante para ser infiltrado...

—Dado que es un problema global, ¿qué soluciones, estrategias, globales pueden desarrollarse para luchar contra él?

—Antes que nada, hay que tener en cuenta que no son solo gánsteres; son gánsteres pero que luego, a través del reciclaje del que hablaba, haciendo inversiones en negocios lícitos, entran en contacto con piezas consistentes del mundo legal: de la economía, de las finanzas, de la emprendeduría, de la política, de las instituciones... Ésta es su fuerza y el peligro para las instituciones. Por eso hay que exigir más conocimiento de estas mafias y más responsabilidad por parte de los que tienen el poder, más compromiso, tener un sentido moral.

—¿La corrupción política y la mafia, el crimen organizado, están estrechamente vinculados? Siendo de un país en el que gobierna Berlusconi, con un poder omnívoro y a quien a veces se le ha vinculado con la mafia...

—La corrupción y la mafia están inextricablemente unidas. Antes de recurrir a la violencia, la mafia prefiere optar por medios que no llamen la atención para lograr sus objetivos: la coacción, la amenaza... El poder de la mafia debe tener dos controles, el social, el de la libertad de los medios de comunicación y la política, y el control judicial y policial. En nuestro país, se está haciendo un tipo de política contra la magistratura y la justicia, con reformas legales que limitan la independencia de los jueces. Nuestro premier llegó a decir que si estas últimas reformas legales de ahora hubieran estado vigentes en los años noventa el proceso judicial “Mani pulite” (Manos Limpias) no hubiera existido... El problema de Italia es que en política existe lo que se ha definido como «la tiranía de la mayoría política», que busca controlar a la magistratura. Eso es una democracia suicida; esto es «mettere una volpe a far da guardia alle galline» (poner a la zorra a vigilar las gallinas).

—Volvamos a ampliar el encuadre. Insisto en preguntarle cómo combatir estas mafias internacionales...

—El crimen organizado opera plenamente adaptado al siglo XXI, a sus novedades tecnológicas, como la transferencia de ingentes cantidades de dinero por vía telemática, a su configuración como una economía globalizada, etc. Utilizando las posibilidades de fenómenos como la libre circulación de personas, mercancías y capitales que rige, por ejemplo, en la Unión Europea. Por contra, la policía y la magistratura están dos siglos atrás, en el XIX. Para estos estamentos, las fronteras nacionales sí son aún un obstáculo.

—¿Restringiría, pues, estas libertades?

—No, no. No se puede parar la modernidad. Se debe reducir este «gap» de dos siglos. ¿Cómo? Trabajando en la dirección de lograr una coordinación, armonización e integración de la policía, la magistratura y la legislación; en Europa sobre todo. Hoy en día cada uno por su lado. Hay organismos de coordinación como por ejemplo Eurojust (el órgano de la UE para la cooperación judicial), que ya existen, pero de forma embrionaria, pero deben convertirse en algo más efectivo, en una Fiscalía europea, con poderes para investigar a nivel europeo y no como ahora, que si un juez quiere investigar en otro país, debe recurrir a una comisión rogatoria...

Por JANOT GUIL Foto: INÉS BAUCELLS

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